Construcción en Mendoza: entre el freno y la necesidad de reinventar las oportunidades

(Por Pablo Catalani, experto en marketing de la construcción) La construcción mendocina atraviesa uno de sus momentos más delicados y no se trata únicamente de una retracción coyuntural, sino de un cuadro que combina caída en la demanda, suba de costos y contracción del crédito. Sin embargo, como en todo mercado, incluso en la adversidad surgen espacios para repensar el negocio y diseñar nuevas oportunidades.

Esta semana me llamó la atención un conjunto de notas que, leídas en conjunto, trazan un mapa muy claro del momento que atraviesa la construcción en Mendoza. El freno en el otorgamiento de préstamos hipotecarios, la variación de precios relevada por el Índice de la Red Edificar, lel dato del presidente  del Centro de Ingenieros de Mendoza y la reflexión del titular de Cecim, Dalmiro Barbeito, durante el Foro Industrial, son piezas que encajan en un mismo rompecabezas. En apenas diez días, estos datos y declaraciones muestran con crudeza qué está pasando en el sector: un negocio que enfrenta más obstáculos que oportunidades, y que obliga a repensar la manera en que se financia, se gestiona y se comunica la construcción en la provincia.

Los números son contundentes. Según el Índice Construya, en agosto las ventas de insumos mostraron una caída del 5,5% interanual y del 8,6% frente a julio. En Mendoza, la percepción es aún más crítica: el Centro de Ingenieros advirtió que el sector “permanece prácticamente paralizado”, con impacto directo en profesionales independientes, corralones y constructoras locales.

En paralelo, los precios siguen subiendo. La medición de la Red Edificar marcó un alza del 3,56% en agosto y una acumulación del 14,33% en lo que va del año. Esta dinámica erosiona el atractivo de cualquier inversión: los desarrolladores enfrentan márgenes más ajustados y consumidores que posponen decisiones.

Para Mendoza, donde el capital local y las preventas suelen ser la base de los proyectos, la restricción crediticia es un golpe duro. En las últimas semanas, los bancos ajustaron condiciones: tasas como la del Banco Macro escalaron al 15% TNA, y el Banco Nación, aunque no subió la tasa, elevó el scoring exigido. El resultado fue inmediato: operaciones inmobiliarias en curso se frenaron o debieron renegociarse. El mensaje al mercado es claro: sin crédito accesible, la rueda del negocio se achica.

La comparación regional expone el problema con mayor crudeza. Según Dalmiro Barbeito, presidente de Cecim, construir en Argentina cuesta en promedio US$ 1.620/m², frente a los US$ 920/m² en Paraguay. La diferencia está dada, en gran medida, por la carga fiscal y los plazos de pago, que en la provincia superan los 30 días y asfixian a Pymes y contratistas.

Aquí es donde la lectura de marketing empresarial se impone: con un costo de entrada tan elevado, el “business case” mendocino pierde competitividad frente a otros destinos.

En este escenario de contracción, las oportunidades no desaparecen, pero cambian de escala y de lógica:
Reformas menores y proyectos particulares: consumidores que, ante la imposibilidad de encarar una obra grande, invierten en mejoras puntuales de viviendas existentes.

Segmento premium: nichos de alta gama que, menos dependientes del crédito, mantienen cierto nivel de demanda.
Obra pública con financiamiento externo: si llegan recursos de programas nacionales o multilaterales, pueden motorizar el empleo y sostener proveedores locales.

Innovación en modelos de negocio: preventas más flexibles, esquemas de pago adaptados al contexto y alianzas entre privados para compartir riesgos.

Un dato no menor: pese a la caída reciente, el acumulado enero-agosto todavía muestra un crecimiento del 6,9% frente a 2024. Este dato sugiere que el piso del mercado podría estar cerca y que una reactivación, aunque moderada, sería posible en 2026 si cambian las condiciones macro.

El desafío, desde la óptica del marketing, es construir un nuevo relato. Hoy el storytelling del sector en Mendoza está asociado a “crisis, costos altos y crédito escaso”. Revertir esa percepción requiere tanto de políticas públicas (alivio impositivo, financiamiento accesible, plazos más razonables) como de estrategias privadas que transmitan confianza y valor futuro.

Hoy, la construcción mendocina ofrece más riesgos que oportunidades. Pero los datos muestran que no todo está perdido: aún existe una base de consumo, un mercado de mejoras particulares y un segmento premium que resiste. El gran reto está en reinventar la narrativa y generar condiciones mínimas de financiamiento que permitan volver a poner en movimiento a un sector que, en Mendoza, es clave para el empleo y la inversión.

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