Francesco Ristorante: un restyling que hace honor a la cocina ítalo-mendocina

Con espacios intervenidos por el arte de Noe Roldán y platos que incorporan productos de identidad local, el cinco estrellas de los Barbera imprime en su renovada ambientación la fusión de una experiencia de 72 años.

A pocos meses de cumplir 72 años desde que la familia Barbera desembarcó en Mendoza, Francesco Ristorante presentó un renovado espacio interior y exterior con 45 m2 de intervención artística. 

Murales, barras y barricas intervenidos con acrílicos y tintas en la cava, terrazas, salón principal, espacio vip y jardines del espacio gastronómico dan cuenta de las más sensibles experiencias entre aromas y sabores de hogar, a partir de la fusión de la cocina ítalo-mendocina.

Con este restyling de sus ambientes ofrece una propuesta que excede la excelencia gastronómica: conecta con los sentidos de forma muy profunda e impulsa a disfrutar a pleno de las personas con las que se comparte ese elegido momento.

“Todo el tiempo buscamos renovar apuestas. Después de la pandemia descubrimos nuestro deseo de reinventarnos, de incluir nuevos platos, de hacer que la atmósfera del lugar cobrara sentido interno y comunicara la esencia de nuestra fusión. Tuvimos necesidad de revalorizar lo que esta tierra produce; expresarlo en imágenes que nos sensibilicen a través del arte, de estampas que capten y transmitan nuestro espíritu”, afirmó Beatriz Barbera. “Hoy nuestras paredes reflejan lo que ocurre aquí adentro; lo que cuentan estos muros es lo más auténtico que pasa en Francesco”.

La intervención artística de Francesco Ristorante está dedicada al vino y la botánica, reforzando el concepto de fusión entre gastronomía mendocina con raíces italianas.

Objetos y muros fueron abrazados por el arte de la diseñadora y artista Noe Roldán, quien recurrió a aspectos del mundo del vino, la botánica, la ampelografía (que identifica los varietales del vino a través de la forma de sus hojas), las flores y aromáticas presentes en la vitivinicultura –como la manzanilla y la lavanda-, y también en la cocina italiana.

Así, los jardines de Francesco están dedicados al vino, desde otra mirada. Las barricas están ilustradas con hojas de Cabernet Franc, Malbec y Pinot Noir. El mural que da la bienvenida en las terrazas está compuesto por hojas y uvas de la variedad Barbera. Las paredes integran a su vez, todos estos varietales.

El pulmón de la casona, denominado salón Jardines de Francesco, está intervenido con obras que integran el imponente jardín en plena ciudad de Mendoza con los elementos identitarios de la cocina regional: flores de damascos, tomates, duraznos, lavandas, romero, menta, rúcula y ajo, entre otras. 

Complementando estos conceptos de Botánica, el interior del restaurante está dedicado a la cocina italiana, con foco en las aromáticas.  En el salón principal se aprecian ilustraciones de orégano, romero, plantas de tomates y los típicos cardos del paisaje de Mendoza. A su vez el salón vip, llamado Olivos en Flor, está dedicado a este elemento clave en la gastronomía: el aceite de oliva. Un lugar sereno, rodeado de flores y frutos de olivos. Finalmente, la cava, reducto que atesora vinos icónicos de Mendoza, revela un touch de renovación.

En los muros de Francesco hay sentidas frases de María Teresa Barbera -alma de la cocina italiana en Mendoza-, quien con su trayectoria, humor, sabiduría y fortaleza inspira e impulsa. El lettering de estas ilustraciones estuvo a cargo de Flora Giaquinta

El ristorante introdujo cambios en el interiorismo: nuevos y renovados sillones, mobiliario, barra, vajilla y diseño de mesas, entre otros.

Platos con productos identitarios

Entre sus platos renovados, el chivo al Chardonnay se acompaña con tomates, papas y olivas; el tortelloni de zapallo, con crema y nueces; los panzottis rellenos de chivo malargüino, se bañan con una salsa de tomates frescos y aceite de oliva Arauco. En las delicias dulces se introducen la alcayota, los higos, los zapallos y las nueces con coberturas de chocolate. El tradicional cioccolatissimo ahora se combina con bombones de nuez y dulce de leche; el struddel de manzanas se acompaña por una mousse de duraznos y la panna-cotta se corona con una brizna de membrillos.

La Nonna Fernanda en sus inicios cocinó comidas típicas italianas; María Teresa fusionó la gastronomía tradicional con los sabores de Mendoza. Abrazando ese legado y llevándolo a su máximo potencial, Beatriz hoy incorpora a esa tradición el producto identitario de la tierra y lo imprime con arte en el ambiente.

Beatriz Barbera finalmente agregó: “cada vez la gente cocina menos y compra más comida; son los restaurantes quienes sostendrán las tradiciones e identidades culinarias. La cocina italiana es nuestra forma de crear, los productos identitarios son nuestros aliados en cada plato”.

El encuentro de presentación se acompañó con vinos orgánicos, varietales y blends de la bodega Argento.

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