Llega 555 Café: crónicas de una revolución en taza

(Por Valentina Arce) Dos españoles coparon las redes anunciando que se venía un proyecto innovador en Mendoza. Los fuimos a buscar y nos contaron su historia 

En una ciudad donde los cafés florecen en cada esquina y muchos siguen recetas probadas de éxito, hay uno que decidió romper el molde. Se llama 555 Café, y no solo sirve café: provoca, conmueve, incomoda y transforma. Este rincón en Mendoza no nació para sumarse a una tendencia, sino para proponer una nueva forma de habitar el mundo, taza en mano.

La historia detrás de 555 ubicado en Chacras de Coria de Mendoza tiene algo de road movie y mucho de salto al vacío. “La idea nació como nacen casi todas las cosas buenas: en una charla de madrugada con un amigo, después de haber dejado todo atrás”, cuentan sus fundadores. Habían recorrido medio continente buscando algo que hiciera sentido. No lo encontraron. Pero sí decidieron dejar de buscar y empezar a crear. Así nació este café, no como un emprendimiento comercial, sino como una necesidad vital: hacer lugar a lo que verdaderamente importa.

555 no es un número al azar. “Es una señal”, dicen. En numerología, representa transformación, movimiento, nuevos comienzos. Y eso era exactamente lo que estaban viviendo sus creadores: habían dejado países, trabajos, rutinas, seguridades. “Queríamos que quien entrara acá sienta que puede hacer lo mismo. Que hay lugares que te sacuden y te invitan a animarte.” Desde su nombre hasta el último detalle del diseño, 555 respira cambio.

Montar el café no fue fácil. No conocían a nadie en Mendoza. No tenían red de apoyo, ni proveedores, ni garantías. “Solo una idea, un par de mates y muchas ganas.” Pero quizás esa fue su mayor fortaleza: estaban dispuestos a hacerlo todo desde cero, sin fórmulas ajenas ni concesiones. Y en ese caos inicial, su brújula fue clara: el alma del proyecto debía estar por encima de cualquier estrategia de marketing.

Un café con espíritu punk
En 555 Café, nada es convencional. “Todo lo que hacemos está pensado para provocar algo”, explican. Este no es el típico café de moda con estética impoluta y playlists predecibles. Es un espacio donde puede haber una rave de café, una conversación entre desconocidos, una receta inesperada o una performance improvisada. “No queremos ser ‘el mejor café’. Queremos ser el café que te cambió el día.”

Hay una identidad marcada, una narrativa poderosa detrás de cada decisión. El branding, el diseño, la comunicación, incluso los precios (todos terminan en 555) funcionan como guiños, códigos y señales. Nada está librado al azar, pero tampoco está planificado desde un Excel. Lo que hay es intuición, pasión y una búsqueda constante de conexión real.

El corazón de 555 late al ritmo del café, sí. Pero también de las historias que lo rodean. La elección de los granos no fue automática. Requirió catas, viajes, charlas con productores y muchas pruebas. “No elegimos por moda, sino por conexión”, cuentan. Quieren que cada taza cuente algo, que sea el resultado de una cadena de amor por lo que se hace, no solo de eficiencia productiva.

Lo mismo pasa con la propuesta gastronómica. Hay opciones para todos: veganas, sin gluten, con leches vegetales caseras. Pero no como respuesta a una demanda de mercado, sino por convicción. “Queremos que todos se sientan parte, sin tener que preguntar mil veces.” La inclusión acá no es tendencia, es parte del ADN.

Más allá de la carta, lo que enamora de 555 es su atmósfera. Es un lugar vivo, que muta, que respira. “Queremos que sea un lugar donde pasen cosas”, dicen. Puede que vengas a trabajar, a leer o a tomar algo al paso. Pero tal vez termines hablando con un desconocido, bailando en la cocina, o volviendo al día siguiente sin saber bien por qué. Hay una mezcla entre intensidad y cercanía que lo vuelve adictivo.

No es un espacio pretencioso, ni diseñado para el feed perfecto. Es un refugio para los que buscan algo más. Un espacio para conectar, para emocionarse, para sentir que sí, todavía hay proyectos que se hacen con alma. Y que cuando eso pasa, se nota. Se siente

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