Cada vez son más las empresas concientizadas en ver que su desarrollo debe ser de forma responsable y por ello, se requiere de nuevos instrumentos operativos que modifiquen sus tradicionales modelos de producción, distribución y consumo de mercaderías y en donde el punto de vista ambiental, cobra cada vez más protagonismo.
En esta línea, se hace imprescindible y necesario aunar esfuerzos en la implantación de políticas de gestión empresarial que promuevan la reducción de las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI) generadas por las actividades, productos y servicios que producen, factor que será esencial para el desarrollo de una sociedad baja en carbono. Esto supone ser conscientes de su “huella de carbono” y en función de ella elaborar proyectos de medición y reducción.
Antes que nada, ¿a qué se denomina huella de carbono?
De acuerdo a lo que identifica la norma ISO 14067, la huella de carbono es un parámetro utilizado para describir la cantidad de emisiones GEI asociadas a una empresa, evento, actividad o al ciclo de vida de un producto/servicio en orden a determinar su contribución al cambio climático. Es un indicador que representa la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que son liberadas a la atmósfera como consecuencia del desarrollo de cualquier actividad.
Es importante recordar que CO2 existe en la naturaleza, pero las actividades humanas, especialmente los combustibles fósiles (gas, petróleo y carbón), la deforestación y la agricultura exacerban esa generación. Los bosques y los océanos absorben parte de esos gases, en caso contrario las concentraciones serían todavía más grandes. Sin embargo, cuando se eliminan bosques -como sucede en la Argentina, que pierde un promedio de 150.000 hectáreas al año, según los monitoreos que hace Greenpeace-, se refuerza aún más los efectos negativos sobre el calentamiento del clima. Los troncos de los árboles capturan carbono, y por ende, cuando se los tala y queman, liberan ese gas y, por supuesto, dejan de absorberlo.
El papel de Argentina
A partir de que en el 2015 la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobara la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible-a la que Argentina suscribió-, se definieron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, dentro de los cuales, el N° 12 sostiene la “producción y consumo responsable”, que consiste en fomentar el uso eficiente de los recursos y la energía. En este sentido, y en consideración de los compromisos asumidos por el país a través de sus Contribuciones Determinadas a nivel nacional, sobre las acciones que todos los países que forman parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), deben llevar a cabo para intensificar sus acciones contra el cambio climático, entre esas acciones, reducir las emisiones de GEI.
A partir de ello, son muchas las empresas que comenzaron desde hace unos años a trabajar no solo en la medición de sus huellas de carbono sino en ver cómo disminuirlas. Desde líneas productivas de alimentos, transporte y servicios como bancos, se suman a las tantas que tienen dentro de sus políticas de gestión la sustentabilidad de sus procesos.
El caso de la Reserva Natural Villavicencio
“One Planet, one Health” es el lema institucional bajo la cual el grupo mundial Danone promover la adopción de hábitos de alimentación y consumo más saludables y sustentables y en consecuencia, también se alinea la Reserva Natural Villavicencio de la cual forma parte a través de Aguas Danone.
Así, las 72 mil hectáreas que conforman esta maravilla natural ubicada en el departamento de Las Heras, sería una respuesta casi perfecta para equiparar su huella de carbono, sin embargo, la gestión ambiental de la firma va más allá de eso.
“A nivel mundial, el grupo Danone viene trabajando en la reducción de gases contaminantes llegando al 2020 con una reducción del 35%. En esta línea, nuestro país reportó un 36% total en lo que comprendería Aguas Danone, sumando también la producción de lácteos”, señala Silvina Giudice, Responsable de la Reserva Natural Villavicencio y apoderada de la fundación.
“Si bien tenemos claro que la captura de carbono en la reserva aún es bastante alta, vemos que potencialmente sin incendios forestales (los que por 13 años se han evitado gracias a la gestión), sumado a gestionar los recursos, los residuos y sosteniendo la gran biodiversidad que conforma este espacio, de alguna manera es también efectiva al momento de medir el carbono”, señala Giudice y agrega: “Cabe aclarar que dentro de la política de la firma se busca la eficiencia en tres ejes fundamentales como son las plantas productivas, al buscar energías alternativas más limpias; la logística con transportes más sustentables y el packaging, empleando envases con materiales menos impactantes; estos tres puntos finalmente ayudarán al último eslabón del ciclo que serían los residuos y en los cuales también se trabajo mediante proyectos de reciclados y siendo soporte de recicladores urbanos”.
Por su parte y aun cuando es incipiente el proceso de medición de huella de carbono, ya existen experiencias implementadas y comunicadas en viñas y bodegas argentinas. Bodega Chandon es ejemplo de ello.
Desde el 2013, el grupo al cual pertenece la bodega lleva adelante un plan denominado “Life 2020” el cual busca reportar todos los años, una serie de los indicadores relacionados a todos los impactos ambientales en el proceso productivo desde el viñedo hasta que llega el producto al consumidor.
“Este plan ya finalizó y ahora estamos trabajando con el "Life 360”, el cual tiene objetivos para los años 2023, 2026 y 2030, y en el cual uno de los mayores es la reducción de las emisiones al 50% para el 2030. En ese contexto hemos hecho la medición de huella de carbono corporativa de Chandon Argentina, con alcance 3 (emisiones directas e indirectas e insumos) y también la huella de producto del Garden Sprit Aperitif el cual se exporta”, comenta la Ing. Mercedes Alvarez, jefa de Sustentabilidad de Bodega Chandon.
“En todo este tiempo también hemos hecho acciones para reducir las emisiones tanto las relacionadas con los consumos directos como las que tienen que ver con nuestros packagings. En lo que es consumo directo, se han realizado auditorías de eficiencia energética, además tenemos todas las cañerías y tanques aislados, contamos con una sala de frío de última generación, hemos hecho medición de combustión de la caldera, en bodega Terraza, tenemos paneles solares térmicos. Hemos puesto secuenciador en compresores para mejorar el rendimiento, controladores eléctricos, cambio de luminarias LED, es decir, una serie de acciones en pos de poder reducir y ser más eficientes energéticamente y que también muchas otras que se relacionan con los viñedos”, agrega.
“Así, como objetivos para lograr esta meta de la reducción del 50% tenemos por un lado la certificación de la ISO 50001 que por el momento está en etapa de implementación y a su vez un plan bastante ambicioso de inversión de energías renovables que en el caso de de Mendoza sería energía fotovoltaica, aprovechando el nivel de incidencia solar que tenemos. Vamos a iniciar con la primera inversión y todos los años la idea es ir creciendo en el parque solar. Además de ello estamos con un trabajo muy grande relativo a lo a todo lo que es packaging”, señala Alvarez.
Una pyme certificada: el caso Solar Mendoza
Solar Mendoza es una empresa que se dedica a la venta e instalación tanto de sistemas fotovoltaicos como calefones solares, con el objetivo de reducir el consumo de energía convencional y migrar hacia las energías renovables. Ubicada en Godoy Cruz, está comprometida en reducir el impacto que produce a través de sus residuos no sólo disminuyendo su generación, sino también por medio de una adecuada disposición final en puntos de reciclaje de los aquellos residuos generados y en el pasado mes de junio, logró obtener el Sello RAMCC Huella de Carbono Corporativa.
En esta línea, desde el 2010 la Red Argentina de Municipios frente al cambio climático (RAMCC) apoya y capacita a los municipios en la elaboración de sus inventarios de GEI con la metodología del Protocolo Global para inventarios de Emisión de Gases de Efecto Invernadero a Escala Comunitaria (GPC).
“Nos enteramos por parte del municipio de Godoy Cruz que tiene una política importante en lo que respecta al cambio climático y nos sugirieron presentarnos a esta convocatoria de empresas que se hacía desde la RAMCC, lo que nos pareció una muy buena iniciativa para poder contribuir como empresa a mediciones más precisas y así llevar una contabilización que permitiera disminuir las emisiones que tanto efecto negativo tienen sobre nuestro planeta ya que no se puede mejorar lo que no se mide”, comenta desde Solar Mendoza Energía Renovables S.A.S, el ing. Pablo José Pérez. “Creemos que como todo trabajo coordinado, es bueno que todos tengamos la posibilidad de aprender y usar esta herramienta, nosotros tuvimos la suerte de ser de los primeros en tenerla en Mendoza, pero como toda norma, no solo la podemos tener nosotros, sino que nuestros proveedores y clientes- siempre hablando de empresas-, deberían tenerla, es ahí donde el ciclo se completa. Si esto no lo lleva a cabo todo el proceso de compra o venta de las empresas, muere en la mitad. De nada sirve si el cambio lo hace un solo eslabón de la cadena”, finaliza.