El sueño de la casa propia es para muchos una ilusión lejana. Y pueden sospechar que el contexto actual de pandemia y cuarentena hará aún más difícil lograr este anhelo. Es que la relación precio-salario y la falta de acceso al crédito hipotecario marcan esta dificultad para la clase media mendocina, que se verá agravada por la crisis económica desatada por el COVID-19.
Sólo centrándonos en los costos de materiales de construcción y mano de obra, una familia que pretenda construir una vivienda de 100 metros cuadrados deberá gastar al menos $ 3.700.000. Esto se desprende el último índice publicado por el Consejo Profesional de Ingenieros y Geólogos de Mendoza.
El dato es confeccionado de manera trimestral y señala cómo son los precios de materiales para edificar y el costo de contratar a los trabajadores de la construcción. Así, el Consejo informó que el valor del metro cuadrado de construcción trepó entre enero y marzo de este año a $ 37.128.
Cabe aclarar que este es un número promedio, por lo cual los mendocinos que emprendan el proyecto de edificar pueden acceder a alternativas un poco más económicas, como así también de valores más elevados.
Pero a la hora de proyectar los costos, se deben agregar distintos ítems no contemplados en este indicador, pero que son esenciales: valor del terreno (si no se lo tiene), honorarios y cajas profesionales, aforos municipales, servicios públicos, entre otros.
Con lo cual es fácil prever que se gastarán más de 4 millones de pesos en una casa promedio de 100 metros cuadrados.
El índice publicado por el Consejo Profesional evidencia el gran problema inflacionario que atraviesa la Argentina. Es que trepó un 10% respecto al último trimestre del 2019 y un 56% respecto al mismo período del año anterior, cuando el indicador llegó a los $23.720.
Décadas de ahorro
En la relación costos-salarios, el acceso a la casa propia se observa como dificultoso. Es que los salarios privados de Mendoza se encuentran por debajo de la media nacional. Según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), en septiembre de 2019 el salario promedio del sector privado registrado llegó a los $ 31.539 netos. Mientras que el salario medio de la administración pública alcanzó los $34.808 netos en el mismo período.
Es decir que, para una casa de 100 metros cuadrados, y sólo contemplando el índice del Consejo Profesional de Ingenieros y Geólogos de Mendoza, un trabajador promedio del sector privado necesitará ahorrar más de 117 sueldos, es decir más de 9 años, sin gastar absolutamente en nada más, y barajando una situación hipotética de una inflación de 0%.
Mientras que el trabajador público, cuyo último dato muestra cómo la cláusula gatillo le significó una ventaja respecto a la inflación; deberá ahorrar 106 sueldos. Y en una situación hipotética como la anterior, necesitará casi 9 años para poder tener su casa propia.
Para analizar el contexto consultamos al economista Sebastián Laza, quien explicó a InfoMendoza: “Por esta dificultad es que mucha gente se abrazó a los créditos UVA, porque requiere menos ingresos. Pero el gran problema resultó ser la inflación”, sostuvo.
“Esta línea como la pensó inicialmente el ex presidente Mauricio Macri sirvió para que más gente acceda a la casa propia. Pero después la inflación se descontroló”, agregó.
Algunas alternativas
“Cuando la economía se estabilice tiene que haber un plan de viviendas más agresivo para la clase media. Tiene que haber un subsidio mucho más fuerte destinado a la construcción de viviendas porque la inestabilidad de la economía argentina hace difícil bancarse 30 años de una cuota”, destacó el economista.
Complicación extra: el parate por la pandemia
A este escenario complejo de falta de accesibilidad por ingresos o por restricciones a los créditos, se sumó una nueva e imprevista crisis: el coronavirus.
A principios de 2020 ningún argentino previa que esta situación de aislamiento obligatorio podría darse en el país. Y hasta el momento es imposible predecir con certeza hasta dónde llegarán las consecuencias económicas, ni el comportamiento de precios de los insumos, sobre todo de aquellos que dependen del valor del dólar.
Aunque, claro, se sabe que serán muchas y profundas. “Toda la economía va a estar afectada. A todos les van a dar tasas negativas, el distanciamiento social limita todo tipo de operaciones, de todos los rubros”, aseguró Laza.
Sin embargo, analizó que la “quietud” del dólar oficial en la franja de los 60 pesos hace prever que el incremento en los materiales no será descomunal.
“El dólar oficial está creciendo a un menor ritmo que la inflación y de acá a fin de año no veo que vaya a haber un desmadre del tipo de cambio; el Gobierno Nacional va a intentar mantenerlo estable y a fin de año podría oscilar los $69”, pronosticó el economista.
Por eso es que se especula que los insumos para la construcción podrían mantener cierta estabilidad en el nivel de aumentos de precios.
En tanto, destacó Laza, el mayor inconveniente respecto a la industria de la construcción “va a ser el cómo se libere”. Es que si bien no figura dentro de las actividades habilitadas a partir de este lunes, se presume que será una de las exceptuadas en la próxima etapa de la cuarentena administrada. “La construcción es una de las actividades con más chances de reactivarse, porque moviliza mucha mano de obra, aunque más barata”, evaluó.
“Se van a tener que establecer protocolos, aunque no creo que haya demasiado inconveniente porque de por si el trabajador de la construcción no trabaja tan pegado. Por otra parte, los corralones y distintos proveedores van a tener que diseñar estrategias para entrega con delivery”, agregó.
Ya desde el sector de la construcción advierten el panorama negativo con el que se enfrentarán. La Cámara de Empresas Constructoras Independientes de Mendoza (CECIM) y la Unión de Obreros de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) Mendoza, señalaron en una carta que le enviaron al gobernador Rodolfo Suárez que se reactiven los pagos por parte del Estado para evitar la ruptura de la cadena de pagos, entre otras medidas “urgentes” para que las pymes mendocinas puedan hacer frente a la crisis que atraviesan por el cese de las obras.