La cuarta edición del ciclo “Vinos & Finanzas”, organizado por ICBC Investments junto a Bodega Viña Cobos, reunió en Mendoza a inversores locales, empresarios y referentes del sector financiero para una tarde que combinó perspectivas económicas, vinos de alta gama y una puesta en escena única frente al atardecer de Luján de Cuyo.
Entre charlas, recorridos guiados por la bodega y un cóctel maridado, el foco estuvo puesto en un concepto central: el tiempo como factor decisivo en la maduración de los vinos y en las inversiones.
En ese marco conversamos con Darío Zabuski, Head Sales & Marketing Wealth Management de ICBC, quien compartió su visión sobre el ahorro, el rol del dólar en la cultura financiera argentina y los desafíos para invertir en un contexto global que obliga a repensar estrategias.
“Hoy el desafío es animarse a ampliar el menú de inversiones” —Mendoza recibió una nueva edición de ‘Vinos & Finanzas’. ¿Cómo viviste el encuentro?
Darío Zabuski: Fue una experiencia extraordinaria. Viña Cobos aporta un entorno que acompaña perfectamente la idea del ciclo: detenerse, mirar a largo plazo y pensar en cómo construir valor. La participación fue altísima y notamos un público muy interesado, con preguntas profundas y conscientes de que el escenario económico global exige otra mirada. Lo que buscamos es justamente eso: combinar disfrute y análisis para que la decisión de invertir no sea un acto impulsivo, sino un proceso informado.
“El tiempo es un ingrediente que no se puede comprar, pero sí gestionar” —Durante la charla hablaste del tiempo como factor fundamental. ¿Por qué?
Zabuski: Porque es la variable más subestimada. En el vino lo vemos claro: no se puede acelerar una buena maduración. En las inversiones pasa exactamente lo mismo. El rendimiento no sólo depende del instrumento sino del horizonte. En Argentina solemos pensar en el corto plazo por la volatilidad, pero quienes logran separar la emoción del análisis y planificar a cinco o diez años terminan obteniendo resultados radicalmente distintos.
“Para los argentinos, el dólar es una emoción antes que una inversión” —¿Por qué seguimos aferrados al dólar, incluso cuando no siempre es la mejor alternativa?
Zabuski: Porque el dólar, para el argentino promedio, dejó de ser un activo financiero y se convirtió en un resguardo emocional. Es un símbolo de estabilidad en un país donde la moneda local perdió repetidamente su función. Pero esa preferencia tiene un costo: quedarse únicamente en dólares implica renunciar a oportunidades, especialmente en momentos en que la tasa de interés global cambia o cuando hay activos que ofrecen mejores rendimientos ajustados por riesgo.
“¿Conviene invertir en dólares hoy?” —Entonces, ¿hoy vale la pena dolarizarse o conviene mirar otras alternativas?
Zabuski: Depende del objetivo del inversor. Si lo que buscás es preservar capital frente a la inflación local, el dólar sigue siendo una buena herramienta. Pero si tu meta es hacer crecer ese capital, hoy existen oportunidades más atractivas: bonos corporativos, fondos globales diversificados, instrumentos atados a commodities o productos estructurados que permiten acotar riesgos sin resignar rendimiento.
“El inversor argentino se está sofisticando” —¿Qué estás viendo en el comportamiento del inversor local?
Zabuski: Un cambio positivo. Hoy la gente pide más información, quiere entender los riesgos y compara alternativas. Hay un mayor interés en productos que antes parecían lejanos: fondos internacionales, instrumentos de renta fija global, estrategias más defensivas. La tecnología ayudó mucho: ahora invertir está a pocos clics y eso democratiza el acceso.
En tus charlas mencionás que las emociones pueden jugar en contra a la hora de invertir. ¿Cómo afectan realmente las emociones a las decisiones financieras de un inversor argentino?
Zabuski: “Muchísimo más de lo que creemos. Las emociones son, probablemente, la variable más subestimada en las finanzas personales. El inversor argentino convive con la ansiedad, la urgencia y el miedo a perder; y esas emociones suelen llevar a decisiones impulsivas: comprar tarde, vender antes de tiempo o quedar inmovilizado en el dólar por miedo al riesgo. Cuando tomamos decisiones desde la emoción, dejamos de lado la estrategia y nos volvemos cortoplacistas. Por eso siempre insisto en algo: la inversión no es sólo un análisis técnico, es también un trabajo de autoconocimiento. Entender qué te dispara el miedo, qué te genera euforia y cómo reaccionás frente a la volatilidad es clave para no sabotear tus propios resultados.”
—Si tuvieras que dejar un mensaje a quienes asistieron al evento
Zabuski: Que la clave está en empezar. No hace falta esperar “el mejor momento”, porque ese momento nunca llega. Lo importante es construir una estrategia diversificada, alineada al objetivo personal y mantenerse fiel a ese plan. Igual que en una bodega: si el proceso es consistente, el resultado llega.