La empresa mendocina Inap nació en 1999 con el objetivo de desarrollar una nueva gama de productos químicos orientados al mantenimiento y limpieza de las líneas de fraccionamiento de embotelladoras y sanitización de la industria alimenticia. Así fue como la firma se posicionó a nivel nacional y también internacional.
Pero un mes antes de la pandemia, Inap entró en crisis, como la mayoría de las empresas del país, y es allí donde Gustavo Milutín decidió intervenir. “Inap tenía una deuda de $ 10 millones y $ 5 millones en descubierto. Fue allí cuando tuve que dejar mi trabajo en BYMA, para ver cómo podía salvar los 30 puestos de trabajo”, contó el joven.
“Pasamos de ser una empresa dedicada producir productos de la industria alimenticia a una que se especializa en la fabricación de productos sanitizantes. Dimos un giro de 360 grados”, manifestó Gustavo.
Pero el economista también remarcó la importancia del trabajo en equipo. “Mi experiencia en BYMA y los consejos que recibí ahí, junto a la maestría, me dieron grandes herramientas para reinventarme. En este proceso de reinvención, tuve un apoyo muy grande de mi familia y del equipo de la empresa”, dijo y agregó: “Recuerdo que hubo un momento en el que nos encontrábamos todos etiquetando, mientras hacíamos compras y vendíamos. Con esas ventas logramos recuperar la empresa”.
Inap actualmente tiene dos unidades de negocios, pero la que desarrolló el joven economista comercializa saneadores al por mayor a bodegas, restaurantes, comercios, entre otros rubros. “Aseguramos la calidad de nuestros productos y apostamos a trascender las fronteras de la provincia”, detalló el joven.
Así esta empresa se suma a la de otras que han logrado reconvertirse en cuarentena, esquivando el fantasma del cierre definitivo. Otras siguen dando batalla...