El consumo en los supermercados y autoservicios mayoristas atraviesa una nueva contracción. Según un informe del Centro RA de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, entre diciembre de 2023 y mayo de 2025 el uso de tarjetas de crédito en supermercados pasó del 39% al 45% del total de operaciones, mientras que el pago con débito y efectivo se redujo de manera significativa. Este cambio refleja un fenómeno preocupante: las familias se están endeudando para poder hacer las compras del mes.
El estudio detalla que las ventas en autoservicios mayoristas cayeron 8,4% interanual en agosto y que, aunque los supermercados mostraron un leve incremento del 0,34%, ambos canales siguen 27% y 35% por debajo del nivel de ventas observado al inicio del actual gobierno. En paralelo, la morosidad en el crédito al consumo aumentó 147% en lo que va de la gestión, pasando del 2,5% al 6,2%.
En Mendoza, la situación tiene su correlato. “El consumo está planchado, y lo que más se nota es el cambio en los hábitos de compra. Antes las familias hacían una compra grande a fin de mes, ahora vienen más seguido, compran menos cantidad y pagan con tarjeta de crédito o billetera virtual”, explicó a InfoMendoza Rubén David, empresario mayorista con décadas de trayectoria en el rubro.
David advierte que el consumidor mendocino “está muy atento a las promociones, a los días de descuento con tarjetas o billeteras, y prioriza lo básico: alimentos, productos de limpieza y de higiene. Los artículos de valor agregado o marcas premium quedaron en pausa”.
El informe de la UBA también muestra que las billeteras virtuales duplicaron su participación en las compras, al pasar del 7% al 13%, lo que evidencia una mayor digitalización del consumo pero también la búsqueda de financiación en cualquier formato posible.
“Las familias hacen malabares —agrega David—. Usan la tarjeta para los alimentos y dejan otros gastos en espera. Se nota que hay una pérdida real de poder adquisitivo. En los mayoristas, los pequeños comerciantes también compran menos porque venden menos en sus barrios. La cadena completa se está ajustando.”
La tendencia, según los especialistas del Centro RA, refleja un escenario de demanda interna debilitada, donde el salario apenas supera la inflación y la recuperación del consumo parece lejana. En provincias como Mendoza, donde el comercio y los servicios son pilares de la economía local, esta retracción se traduce en menor movimiento y una creciente preocupación por la sostenibilidad de los negocios.
Mientras los indicadores nominales muestran cierta moderación de precios, el deterioro del poder de compra y el aumento del endeudamiento de los hogares anticipan un cierre de año complejo para el consumo masivo. En palabras de Rubén David: “La gente sigue entrando al negocio, pero cada carrito pesa menos. Y eso se siente en toda la economía mendocina”.