1. La coyuntura acelera su deterioro determinado por el nivel de expectativas e incertidumbre en el marco de un proceso de gran indefinición. El deterioro se traduce en presiones cambiarias que se trasladarán al ajuste de precios de la economía.
2. Los ajustes de precios en alta inflación no responden esencialmente a factores económicos, sino a comportamientos inerciales ante la indefinición e inacción de la política económica.
3. En este contexto habitualmente se ajustan precios con mayor frecuencia y se acortan los horizontes temporales de los contratos lo cual no es esperable ante la aceleración inflacionaria. En efecto, la economía sostiene un comportamiento de sesgo cortoplacista en la formación de precios y el comportamiento de los agentes se sensibiliza hacia las reacciones.
4. El proceso actual es consecuencia de un largo período caracterizado por evitar el ordenamiento del sistema económico. Concretamente, el ajuste necesario poscuarentena en el mercado de dinero y el sector fiscal se evitó por cuestiones ideológicas y prácticas idiosincráticas del gobierno de turno, principalmente el sector político, desconociendo las restricciones de presupuesto de la economía.
5. El mundo actual superó los procesos inflacionarios, aún con aumentos temporales ante shocks no esperados como en el período 2020-2021, desde la disciplina y eficiencia fiscal y el manejo prudencial de la política económica. En un mundo de mayor interconexión, las crisis pueden irrumpir con celeridad, lo cual hace que las políticas económicas sean monitoreadas y evaluadas en un marco de mayor prudencialidad, lo que en nuestro país estuve ausente durante casi todo el período del retorno de la democracia.
6. Este escenario está expuesto a factores que lo agravan. La ausencia de un programa de estabilización, la descoordinación política y las proyecciones de precios que se ajustarán, son determinantes. En efecto, la ausencia de anclas efectivas expone la eficacia de la política actual.
7. Una buena señal será incorporar personal técnico en la administración de la economía y, en simultáneo, anunciar un programa económica racional e integral que sea comunicado a toda la sociedad donde se intente converger a una desaceleración del déficit fiscal y mayor eficiencia en la gestión pública, pues no se trata solo de anunciar un recorte sino que el accionar del sector público debe intentar transparencia y eficiencia con resultados de corto plazo. En ese marco se podrá desactivar el financiamiento monetario del déficit.
8. Se puede persuadir al mercado, al menos temporalmente, con el intento de modificación de la gestión fiscal. Esto es condición necesaria para las alternativas futuras de programas de reforma que están proponiendo los distintos espacios políticos.