¿Tenemos seguridad hídrica en el abastecimiento de agua potable?

(Por Oscar Velez) El concepto de seguridad hídrica implica, según la ONU-Agua (2023), la capacidad de salvaguardar el acceso sustentable, en cantidad y calidad, del agua para el bienestar humano, los modos de vida sustentables y el desarrollo económico de la población, evitando la contaminación del recurso para preservar el ecosistema. Por lo tanto esta problemática se puede analizar tanto como una gestión integrada de los recursos hídricos como de una gestión del ciclo del agua en relación a su oferta y demanda

Es innegable que la supervivencia del hombre y el entorno natural dependen fundamentalmente de la cantidad y calidad del suministro de agua. El agua es un requisito esencial para el sostenimiento de las actividades agrícolas, industriales y económicas de una sociedad, por lo tanto, la gestión adecuada de los recursos hídricos es un medio para asegurar la producción de alimentos, reducir la pobreza y eliminar las enfermedades relacionadas con el agua. 

Por el lado de la oferta, el problema de la seguridad hídrica se considera como una consecuencia del cambio climático que ha provocado la escases de agua en algunas regiones del mundo y del pais. Hoy en día las precipitaciones son menos predecibles y las fuentes naturales de agua menos fiables. El cambio climático global ha impactado el ciclo hidrológico y ha afectado los patrones de precipitación: la intensidad, la cantidad, el momento y la forma. El aumento de las temperaturas significará el adelgazamiento de los glaciares, lo que exacerbará aún más el calentamiento global y la eventual escasez de agua.

Por el lado de la demanda  de agua dulce los problemas vienen por la tasa de crecimiento de la población urbana  provocando un aumento del requerimiento y  la afectación de la calidad de las aguas superficiales y subterráneas, por la contaminación de los vertidos domésticos e industriales, los procedente de las actividades agrícolas y  las alteraciones en el uso de la tierra. Ambos factores  contribuyen al uso no sostenible de los recursos hídricos.
El desequilibrio entre la oferta y la demanda en el sector del agua exige prácticas de gestión del agua más innovadoras, a fin de proporcionar agua de calidad suficiente para las generaciones presentes y futuras. Este es el objetivo final de la gestión sostenible de los recursos hídricos, en consonancia con la definición más amplia de sostenibilidad de las Naciones Unidas.

Para lograr un desarrollo sostenible resulta imprescindible abordar el desafío de la Seguridad Hídrica. Brechas de desigualdad en el acceso, falta de cobertura de agua potable y saneamiento, extremos climáticos como sequías e inundaciones, planificación , gestión y gobernanza equilibrada, son algunos de los principales retos que debe enfrentar el país y los oasis de Mendoza.

Para la Global Water Partnership, red internacional que promueve la gestión sostenible de los recursos hídricos, un mundo con Seguridad Hídrica “es aquel en el que cada persona tiene agua segura y a un coste accesible para llevar adelante una vida sana y productiva, y en el que las poblaciones son protegidas de inundaciones, sequías y enfermedades de origen hídrico”. Además, añaden, “la seguridad hídrica promueve la protección ambiental y la justicia social frente a los conflictos y disputas que puedan surgir a causa de la disponibilidad de los recursos hídricos”.

El paradigma de la seguridad hídrica  se ha presentado en distintos formatos. Un análisis bibliográfico de muchos artículos y exposiciones de organismos internacionales muestra que el concepto ha sido utilizado con dos alcances distintos.

El primero de ellos utiliza el concepto de seguridad hídrica en el marco de una materia o disciplina específica, así, por ejemplo, se aplica a temas agrícolas, de salud pública o de recursos hídricos. 

Un segundo empleo del concepto le asigna un alcance interdisciplinario e integrador, siendo los temas más recurrentes considerados en los diversos artículos la disponibilidad de recursos hídricos, la vulnerabilidad de las personas frente a los riesgos, la necesidad de atender las necesidades de desarrollo humano  y a las cuestiones que atañen a la sustentabilidad social y ambiental del uso del recurso. 

Desde la óptica de la prestación de los servicios de  agua y saneamiento la seguridad hídrica urbana es crucial para garantizar que las ciudades en crecimiento tengan un suministro de agua fiable y sostenible, incluso en tiempos de escasez. Uno de los enfoques más eficaces es la gestión de la demanda, que optimiza el uso de los suministros de agua existentes antes de considerar la necesidad de ampliar la infraestructura. Promueve la conservación del agua en condiciones normales y de sequía al fomentar cambios en las actitudes, prácticas y normas culturales de la sociedad en torno al uso del agua.

La gestión de la demanda ayuda a evitar los costos de los grandes proyectos de infraestructura al centrarse en reducir las pérdidas de agua, mejorar la eficiencia y optimizar la asignación en varios sectores. Garantiza, que el agua se utilice de forma equitativa y eficaz para todas las necesidades , al tiempo que reduce el estrés sobre los recursos hídricos naturales , contribuyendo  de esta forma a la seguridad hídrica.

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