La definición de minoría va más allá de la mera cantidad. No se trata únicamente de números, sino de poder. Aquellos que carecen de influencia económica, jurídica o política son considerados minoritarios. Bajo esta óptica, las mujeres, a pesar de ser la mitad de la población, son sistemáticamente desfavorecidas en estos ámbitos de poder.
El retraso en la consecución de la igualdad de género se origina en el tradicional reparto de roles y tareas, que ha sentado las bases para estructuras sociales discriminatorias. Sin embargo, es importante reconocer que las mujeres no son un grupo homogéneo. Las intersecciones de género con otras identidades, como la raza, la clase social, la orientación sexual y la capacidad, crean experiencias únicas de discriminación y desigualdad. Las mujeres trans, las mujeres de color, las mujeres con discapacidad y otras comunidades marginadas enfrentan barreras adicionales que amplifican su marginación y exclusión.
Estas estructuras no sólo perpetúan la desigualdad, sino que también promueven actitudes y comportamientos perjudiciales hacia las mujeres y otras identidades marginadas. Es fundamental reconocer y abordar estas intersecciones para lograr una verdadera inclusión y equidad.
A medida que nos acercamos al 8M, Día Internacional de la Mujer, es esencial desafiar esta percepción arraigada de Mujeres minorías y reconocer el papel crucial que desempeñan todas las mujeres, incluidas aquellas que pertenecen a comunidades marginadas. Solo al reconocer y abordar las disparidades de poder, así como las intersecciones de género, raza, clase, orientación sexual y capacidad, podremos avanzar hacia una verdadera igualdad de género e inclusión para todas las personas. Es hora de desmantelar los estereotipos de género y trabajar juntos para construir un mundo donde todas las personas, independientemente de su género u otras características, tengan igualdad de oportunidades y voz.
En Pizca Experiencias más humanas trabajamos para que las empresas desempeñen un papel crucial en la promoción de la igualdad de género y la inclusión. Al adoptar políticas y prácticas que fomenten la diversidad y la equidad salarial, así como al proporcionar oportunidades de liderazgo y desarrollo profesional para todas las personas, independientemente de su género u otras características, las empresas pueden contribuir significativamente a cambiar las estructuras sociales y culturales que perpetúan la discriminación de género desde su accionar, promoción y ejemplo.
Al priorizar la diversidad y la inclusión en sus lugares de trabajo, las empresas no solo mejoran su desempeño y su reputación, sino que también contribuyen a la creación de un mundo más justo y equitativo para todas las personas.
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