Muchas bebidas tienen sus fraccionamientos en lata como gaseosas, jugos y cervezas. A este packaging ahora se suma el vino, con el objetivo de recuperar parte del consumo perdido en los últimos tiempos.
Después de algunas controversias llegó el momento de pensar el vino en lata, no solo por su snobismo sino principalmente por el tipo de consumo. El innovador envase busca llegar a un público joven, más dinámico que elige una bebida individualista y que piensa en el medio ambiente.
En octubre del 2018, el Instituto Nacional de Vitivinicultura aprobó por resolución la comercialización del vino en envases de acero inoxidable, habilitando la opción de la lata y abriendo un nuevo espectro para el mundo vitivinícola. Este tipo de productos alienta el consumo y permite competir directamente con la cerveza.
El envase es ideal para productos de calidad y de consumo dinámico, según coinciden enólogos de diferentes bodegas que lo producen.
Algunas buenas propuesta en las góndolas
Bodega Santa Julia comercializa para Argentina el Chenin Dulce Natural en lata con una capacidad de 355 cm que equivale a dos copas y tiene un precio sugerido al público de $150. "Se lanzó en diciembre de 2019, ya entró en canales de distribución de restaurantes, supermercados y bares, y recientemente ingresó a almacenes de barrio y quioscos”, explicó a InfoMendoza Soledad Mayorga, de Bodega Santa Julia.
Al abrir la lata, se libera el sonido del gas, pero la bebida no es gasificada, sino que “tiene un poco más de gas carbónico que un vino habitualmente porque el envase lo demanda para conservar la lata inflada”, aclaró Mayorga, quien recordó que la empresa ya alcanzó el éxito con estos envases en el mercado americano, ya que comercializa a EEUU latas de Rosé, Chardonay y Tintillo.
Por su parte Sebastián Zuccardi analizó: “Es un formato que le da al vino mucha versatilidad y otras oportunidades de consumo. Cualitativamente es un envase dinámico, transportable y ecológico. Para nosotros es una opción interesante para simplificar el consumo y lo desarrollamos un vino de calidad. No pensamos la lata como un formato barato, sino como una flexibilidad al momento de consumir vino”.
Fecovita (la Federación de Cooperativas Vitivinícolas), una de las más grandes del país, reúne a más de 5.000 productores nucleados en 29 cooperativas. Fue pionero en la producción del vino en lata (1968) sin resultados positivos. Sin embargo, a fines del año pasado, Estancia Mendoza, bodega de esta cooperativa, lanzó al mercado Dilema Sparkly en dos variedades -rosado y blanco dulce-. Esta lata de 269 ml se puede encontrar a un valor de $ 100 en supermercados y vinerías. Su primera producción incluyó un millón de latas que fueron vendidas en su totalidad.
“Encontramos en la lata un envase fácil de transportar, de rápido enfriado y versátil a la hora de ser consumida, con una muy buena conservación del vino, gracias a su sellado y bloqueo lumínico evitan la oxidación y el deterioro. También es amigable con el medio ambiente ya que es 100% reciclable. Dilema es un vino del año, fresco y ligero que busca romper los esquemas tradicionales del consumo, para poder captar y enamorar a los nuevos consumidores, generando nuevas experiencias y vivir momentos únicos”, comentó Marcelo Parolaro, Gerente de Enología de Fecovita.
Por su parte Bodegas y Viñedos López lanzó recientemente al mercado la lata Traful Blanco Dulce Natural de 310 ml. “Una manera más descontracturada, para que lo disfrutes cuando quieras y donde quieras. Es simple, práctica y se enfría rápido”, comentó Eduardo López. Traful, la línea joven de la tradicional bodega juega con una palabra de origen Mapuche que significa unión y se inspira en el paisaje de esta preciosa villa patagónica. Su costo por unidad oscila los $100 y se puede comprar en la cava en pack o individual, mientras que también se encuentra en restaurantes y supermercados.
“El consumo de vino en latas es un nueva manera de tomar vinos en Argentina, un nuevo segmento de consumo de reciente aparición, más allá que existe en muchas partes del mundo desde hace tiempo. Es una manera descontracturada, fácil de tomar, sin protocolos y cómoda para transportar. Probablemente para nuevos y jóvenes consumidores. Nuestro Traful es un vino blanco dulce de baja graduación y en la justa medida de 310 ml, para disfrutar en donde quieras y como quieras. Tiene una imagen inspirada en los lagos patagónicos y bien colorida”, agregó Eduardo López.
Por otro lado, Finca Las Moras propone el nuevo DADÁ en lata de aluminio de 355 ml. Refrescante y de baja graduación alcohólica. Está pensado principalmente para un público joven y moderno, aquel que busca captar ocasiones de consumo sin estructuras y que prefieren nuevos caminos de disfrute más simples e informales. Con la misma política, la bodega sanrafaelina Bianchi lanzó en febrero el nuevo New Age en lata de 269 ml. El vino frizzante es ideal para la creación de cócteles y aperitivos , siendo la medida justa para un trago largo.
Este envase vino para quedarse. Al ser de aluminio su reciclaje es más fácil y su impacto en el medio ambiente es menor respecto a la botella, además de permitir la elección individual, de una manera más práctica y fácil. No tiene riesgos de que se rompa e inyecta de innovación a un mercado tradicional, ideal para aquellos que prefieren opciones dulces, burbujeantes y ligeras.