“En los países centrales las empresas o industrias están penalizadas por la emisión de dióxido de carbono. Tiene un cierto número de permisos de emisiones que deben compensar y cuando se exceden deben comprar esa diferencia a los que capturan. Una alternativa es a través de la agricultura entre otras actividades vinculadas al cuidado del suelo” comienza explicando Pedro Olivera, fabricante de acidos húmicos y fulvicos (HAMPI).
Existen dos mercados respecto a los bonos de carbono, un mercado regulado y otro mercado llamado voluntario , este último es sobre el que nos interesa desarrollar. En este panorama Los viñedos y todas aquellas tierras cultivadas capturaron una importante cantidad de carbono para usar como modo de transacción con esas compañías que requieren para equilibrar su exceso.
En estos momentos, hay empresas que gestionan e implementan proyectos de bonos de carbono pero solo se lo puede validar y ser oponibles a terceras partes siempre y cuando estén bajo la certificación de estándares internacionales a través de certificadoras avaladas por la ONU”, agregó Olivera, quien viene trabajando junto con la empresa fotosíntesis y especialistas de Alemania y Chile en relación a la implementación en viñedos y frutales de estos proyectos.
“El cambio climático se debe a que hay demasiado carbono en nuestra atmósfera, pero el problema no es el carbono sino la falta balance”, comienza explicando Juanita Ringeling de Kiss Ground y agrega: “Para salvar la vida como la conocemos debemos dejar de liberar carbono fósil, pero mientras tanto la solución está en el suelo. Las plantas en conjunto con la, luz del sol y agua hacen fotosíntesis y absorben carbono del aire y lo transforman en carbohidratos -azucares, las cuales son bombeadas por sus raíces para alimentar microorganismos que alimentan el suelo, entonces la tierra lo absorbe y las plantas lo guardan. Compostar los residuos orgánicos ayuda a mejorar este proceso”. Esta postura permite entender el concepto de los Créditos de Carbono.
Asimismo, en este nivel se cuestiona la importancia de la neutralidad, la cual significa que sobre un producto exportable, el país receptor cobra las emisiones que genera producirla y al tener diferentes prácticas ambientales validadas, disminuye sus barreras paraarancelarias, buscando quedar con un precio neutro. De esta manera, la neutralidad suma para negociar.
El bono puede ser una nota de crédito para compensar la propia huella o para venderlo y se genera el mismo campo que se cultiva independientemente si el cultivo es nuevo o tiene sus años de implantado. Una planta de vid por ejemplo podría capturar entre 1.5 y 2 tc02e (toneladas de carbono equivalente) por año, pero el suelo bien trabajado mediante la incorporación de materia organicas de calidad puede capturar hasta 7 tco2e, lo cual manifiesta el valor agregado y la adicionalidad que es la clave para la generación de los bonos. “Muchas empresas están trabajando en esta vía sin saber esto. La clave es accionar rápidamente y aprovechar que tenemos recursos naturales y uno de los campos más potente del mundo”, comentó Olivera y sumó: “Es una oportunidad que no va a durar muchos años, porque aquellas empresas que emiten en exceso CO2 estan buscando la forma de reducirla, mientras tanto no hay otra alternativa para ellos que acceder al mercado de bonos de carbono mediante la compra de estos bonos o generar alianzas estratégicas con empresas que capturen y almacenen carbono en sus suelos”.
En conclusión, hacer uso eficiente de los fertilizantes, incorporar microorganismos, ácidos húmicos y fulvicos, guanos compostados, verdeos, orujos y prácticas que mantengan los suelos cubiertos la mayor parte del año para generar un suelo vivo por un lado y así luego poder obtener un valor económico a través de la generación de bonos de carbono.
La solución al cambio climático y a la falta de rentabilidad en los sectores agropecuarios tiene un gran punto en común: el cuidado del suelo.
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