La propuesta —desarrollada dentro de la planta de Junín Punto Limpio— funcionó inicialmente como un esquema de entrenamiento técnico. Sin embargo, el proyecto maduró, los participantes comenzaron a operar maquinaria profesional y la línea de producción tomó forma real: desde el diseño y el corte, hasta el armado final del calzado. Con ese salto, el emprendimiento dejó de ser un ejercicio teórico para proyectarse como una unidad productiva que puede competir en el mercado.
Un modelo que apuesta a la empleabilidad real
El esquema es ambicioso: seis meses de entrenamiento intensivo, seguido de seis meses de producción efectiva. La empresa aporta más de $ 12 millones en maquinaria y equipamiento, lo que demuestra que no se trata solo de un programa de formación, sino de una apuesta privada por expandir una actividad rentable y generar empleo local.
“Este es el tipo de proyectos donde la capacitación se convierte en producción y la producción, en puestos de trabajo. Si logramos que estas 17 personas terminen el proceso con un salario formal y una empresa funcionando, estamos frente a un caso de éxito que puede replicarse en otros sectores”, señalaron desde la conducción de Junín Punto Limpio, poniendo el foco en el potencial empresarial más que en el acompañamiento estatal.
Del prototipo al mercado
La nueva línea de calzado fue diseñada para fabricar distintos modelos según demanda, con procesos que cumplen estándares industriales y permiten proyectar volumen. Durante la segunda etapa del programa, los participantes no sólo producirán, sino que también comenzarán a comercializar, un paso clave para medir si la unidad productiva puede sostenerse por sí misma.
En Junín destacan que la demanda regional de calzado accesible, sumada a la capacidad de producir productos personalizados o series cortas para empresas y eventos, abre una ventana de oportunidad comercial. El objetivo es que, una vez concluida la etapa inicial, la planta opere como una empresa independiente con proyección provincial.
Una comunidad que ve nacer una nueva actividad económica
Para Junín, históricamente fuerte en agricultura y servicios, la puesta en marcha de esta fábrica significa diversificación económica. Habilita nuevos oficios, nueva mano de obra calificada y la posibilidad de desarrollar un sector industrial liviano con impacto directo en la economía local.
Los 17 participantes, todos vecinos del departamento, tienen la expectativa de incorporarse a la empresa una vez finalizado el ciclo. “Venimos a entrenar, sí, pero también a construir algo que sea nuestro trabajo”, expresó uno de ellos al inicio del proyecto, reflejando un cambio de mirada: del plan a la oportunidad, del entrenamiento a la empleabilidad.
Una apuesta a largo plazo
Si la línea de producción se consolida, Junín tendrá una empresa nueva, con potencial de crecer, incorporar más personal y posicionar al departamento como un polo de manufactura de calzado a escala regional.
En tiempos donde se discute la generación de empleo genuino y la necesidad de fortalecer el tejido productivo, este proyecto aparece como un ejemplo concreto: cuando la formación y la inversión se integran a una estrategia empresarial, el resultado puede ser una nueva empresa y nuevas oportunidades para toda una comunidad.
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