Su nombre es Gustavo Milutín, trabaja desde los 13 años, es mendocino, economista y actualmente es el CEO (de la sigla en inglés Chief Executive Officer, que es director ejecutivo en español) de INAP, la empresa que en los 90’ fundó su padre, en la lavandería de su casa de la infancia.
Con su planta ubicada en el Carril Rodríguez Peña, la compañía que conduce el joven de 29 años se dedica a la comercialización, fabricación y entrega de productos químicos de lubricación y limpieza para la industria.
Lo interesante, no es solamente conocer la tarea de INAP si no además la visión de Milutín, un profesional que apuesta por Mendoza y se esperanza con un cambio en Argentina, por eso medita y trabaja a diario. Por eso, si bien lo ha considerado, no piensa en emigrar si no en echar raíces en la provincia y ampliar las fuentes de trabajo locales.
La historia de Gustavo Milutín
Recibido de economista en la Universidad de Congreso, Milutín decidió años atrás irse a vivir a Buenos Aires. Allí comenzó su Magister en Finanzas, en la Universidad de San Andrés, que ahora está por terminar pero desde Mendoza -a distancia-.
“Actualmente estoy tomando las riendas de la empresa. Allí trabajó desde los 13 años, que hacía las temporadas de verano y me ganaba unos pesitos. Cuando empecé mi carrera universitaria trabajaba en la empresa también pero no desde la dirección como ahora”, comienza contando en primera persona Gustavo Milutín.
Estando en Buenos Aires, se ve atraído por el mercado financiero, así que decide incursionar, con el asesoramiento y apoyo de un amigo, en el mercado de capitales, desempeñándose como comercial. “Tuve la oportunidad de entrar de la mano de un amigo en lo que antes era el Merval y fue una grandísima experiencia. Asesorábamos a sociedades de bolsa y fondos comunes de inversión sobre productos que había en el mercado y demás”, recuerda el economista.
Luego, a principios de 2020 y con el mundo en pandemia, lo llaman desde la empresa para decirle que lo necesitaban porque todo se estaba complicando y se avizoraba un panorama aún peor. “Ahí me volví a Mendoza y, como parecía que nos íbamos a fundir, le dije a mi papá que empezáramos a hacer alcohol en gel. Arrancamos y nos fue muy bien”, remarca.
Así, durante 2020, Milutín hijo comienza a adquirir un rol más participativo y de ordenamiento dentro de INAP. Y, a la par –un poco más adelante-, incursiona en el ámbito gremial empresario: “En 2021 me llamaron para invitarme a formar parte de un espacio político de empresarios, que estaban armando porque no querían que se siguiera yendo gente del país. Les dije que sí y terminé siendo candidato a concejal en primer término en Luján, por el ala empresarial de Cambia Mendoza”.
Si bien no ganó esa candidatura y tampoco disfrutó mucho de la corta experiencia que tuvo en la política, sí continuó con la actividad gremial empresaria.
“Soy socio de la Unión Argentina de Jóvenes Empresarios desde el 2018. Unaje (tal su sigla), más allá de ser una gremial empresaria más, para mí fue una gran herramienta al momento de ordenar la empresa en tiempos de crisis y en esta nueva etapa de proyección. Porque el hecho de poder compartir con una multiplicidad de empresarios jóvenes de distintos rubros, me sirvió para aprender”, afirma Milutín.
Y también agrega que actualmente están coordinando el nodo de Mendoza para terminar de conformarlo: “A veces cuesta un poquitito, pero está creciendo de a poco. Siempre tratamos de mostrar el potencial que tiene Unaje, en donde se hace networking, se retroalimentan aportes y saberes para distintos proyectos, se ayuda en temas de exportación, etc. Creo que desde este espacio puedo hacer más cambios que desde la política”.
-Habló de una nueva etapa de proyección en su empresa, ¿de qué se trata?
-Ahora soy el CEO, estamos terminando de hacer la transición y empezando a armar planes de gestión para el 2023. Mi tarea es la planificación de estrategias para las líneas de productos que desarrollamos. El mundo va hacía un lugar más sustentable y hay que estar a tono. Hoy no basta con no ser parte del problema, si no que hay que ser parte de la solución. Nosotros, como industria química que somos, estamos permanentemente aggiornándonos, tanto en la empresa como con nuestros clientes para que todo el proceso pueda ser sustentable.
-¿Cuál es, específicamente, la actividad que desarrolla la empresa?
-Fabricamos productos químicos dedicados a la industria de alimentos y bebidas para la limpieza dentro de los procesos de elaboración y para la lubricación dentro de los procesos de llenado. Además, estamos desarrollando nuevas unidades de negocios, que vamos a inaugurar el año que viene; tales como insumos de limpieza institucional para la industria petrolera y los hospitales y clínicas.
-¿Cuántas personas trabajan actualmente ahí?, ¿Cómo fue el proceso desde que se fundó hasta la actualidad?
-Somos 30 personas trabajando aproximadamente. La empresa se funda como tal en 1999. La fundó mi papá en la lavandería de mi casa. Es una linda historia porque con trabajo y mucho esfuerzo fue creciendo. Pero lamentablemente el país no siempre acompañó y a veces se tomaron decisiones que no fueron las más adecuadas.
Trabajamos en Mendoza, donde está nuestra fábrica, pero vendemos a otras provincias como Córdoba y Buenos Aires y a otros países, como Uruguay y Perú. La idea es expandirnos y abrir una nueva planta en Paraguay.
-Además de su trabajo en la empresa, también es inversionista. ¿En qué está invirtiendo actualmente?
-Sí, me gusta mucho. Hace un tiempo tomé contacto con unos emprendedores de San Rafael que fabrican un gin a base de jarilla y lo vamos a exportar a Perú.
Ya está todo encaminado, quedan los últimos detalles. A principios del año que viene vamos a hacer las primeras exportaciones. Es un poco a lo que me dedico por fuera de la empresa, a ser inversor en proyectos relacionados con alimentos y bebidas. Que es lo que realmente me gusta y me apasiona; ayudar a emprendedores.
-¿Cuál es su mirada como joven empresario?
-Todos los días te levantás y pensás con qué lío te vas a encontrar. Es como una gimnasia. Yo me despierto, hago una meditación y arrancó el día a ver qué desafíos presentará. Y la pregunta es ¿por qué sigo? Primero porque me gusta lo que hago, me apasiona ser un industrial químico y me gusta el equipo que tengo dentro de mi empresa. Eso me motiva, porque es gente que tiene mucho potencial con la que trabajo. Son esas pequeñas cosas que te motivan; decir ‘bueno, a pesar de que el país está muy mal, vamos para adelante’.
Uno no es ajeno a lo que pasa. Nosotros, por ejemplo, fabricamos productos acá en Mendoza. Somos una industria nacional pero gran parte de nuestros insumos (materia prima) son importados. Las diferencias de cambio y la falta de stock nos están matando. Cuando exportás, comprás la materia prima, la pagás a un tipo de cambio de dólar oficial pero cuando traés las divisas el tipo de cambio es 10 pesos más barato de lo que te cuesta pagar la materia prima a un importador. Entonces, en cada exportación pierdo 10 pesos por dólar.
Hoy en día ser exportador no es buen negocio para los que somos industriales químicos. No sos competitivo en el mercado porque la inflación es prácticamente en dólares, ya que los insumos químicos aumentan en dólares y tenés que aumentarle al cliente cada tres meses. Es muy complicado. Por eso es la decisión estratégica de montar una fábrica en Paraguay.
Yo tengo un montón de amigos colegas y amigos que quieren irse del país y que se han ido, de hecho. A mí también se me ha cruzado por la cabeza pero la realidad es que me gusta lo que hago y creo en este país. Quizá suene medio ingenuo pero creo que algo puede mejorar, algo puede cambiar y por eso apuesto todos los días. En algún momento algo tiene que cambiar; hay un montón de cosas para hacer y para construir. Mi filosofía de vida es “no soy parte del problema, pero voy a ser parte de la solución”. Por eso me involucro en todo lo que puedo, porque quiero que la situación de Argentina mejore y motivar a otros jóvenes.
-¿Qué es lo que más le preocupa?
-Veo medio preocupante, sin importar el color político, la desconexión de algunos funcionarios con la realidad. Me preocupa mucho porque al momento de proyectar es lo que más complica. Pienso, por ejemplo, en el sueño que tengo de llegar a cotizar en bolsa, pero hoy dependo de que alguien del Ejecutivo me habilite las importaciones. Es complicado y el contexto económico también hace que la retención de talento humano sea un problema. Porque los chicos cada vez se van más. Entonces potenciales ingenieros, no los podés retener porque afuera tienen más y mejores posibilidades.
-¿Y qué lo inspira en el día a día?
-Estamos armando un equipo nuevo en INAP y uno de nuestros objetivos de largo plazo es que esta empresa mendocina, argentina, pueda cotizar en bolsa el día de mañana –vuelve a destacar-. Me encantaría, sería para mí un orgullo enorme.
Mis dos principales competencias son dos multinacionales americanas y nosotros somos una de las pocas empresas en Latinoamérica que tiene sus productos aprobados por Coca-Cola Internacional. Teniendo todo este capital y este equipo, me motiva pensar que vamos a llegar lejos y que podemos crecer. Porque además me encanta el desafío de superarme cada día.
Lo que yo hago muchas veces para lograr cierto bienestar es meditación, yoga y un montón de herramientas que ayudan al bienestar empresario. Se habla muy poco de eso, que es una de las cosas más importantes para cualquier empresa. Porque si el jefe, dueño o líder no está bien, ni equilibrado, ni centrado, se manejan las cosas con una emocionalidad que no tiene que ser.
Yo trato por lo general de meditar y de reflexionar mucho. Por eso, los problemas que pasan en Argentina me afectan,