La industria del arte ha sido atravesada por el “efecto pandemia”. Y es que desde el año 2020, el cese de actividades y su consecuente repercusión económica no solo a nivel local sino mundial, trajo aparejado que tuviera que adaptarse a una nueva realidad que nadie esperaba.
Como tantos otros mercados, solo en materia de números y a nivel mundial, el mercado global del arte se vio afectado por la pandemia de COVID-19, cayendo un 22 % en 2020 según lo que señala un estudio que emitieron a mediados del año pasado Art Basel, la mayor feria artística del mundo, junto al banco suizo UBS. Sin embargo y aún frente a este escenario poco positivo, resurgía una nueva posibilidad de reactivación de la mano de Internet mediante una transformación digital en canales de promoción y venta de obras de arte con cifras récord. El mismo estudio estimó que las ventas globales de arte y antigüedades totalizaron US$ 50,10 millones de los que la cuarta parte (US$12,4 millones) se llevaron a cabo por internet.
Argentina no fue un caso ajeno a esta realidad y Mendoza menos aún.
Atravesados por la coyuntura económica sumados a las grandes restricciones de circulación, desde el 2020 se pudieron ver muchos cierres de espacios y galerías destinados al arte y en consecuencia, la necesidad de replantearse nuevas estrategias por parte de la comunidad artística para poder dar a conocer sus obras, captar clientes y efectivizar ventas.
¿Cómo vivieron este escenario los artistas mendocinos?
Sin duda que los largos meses de encierro fueron para muchos artistas una posibilidad de ‘reconexión’ y de generar nuevas obras desde el interior de talleres artísticos montados hasta en los propios hogares.
La artista plástica Cecilia Carreras señala al respecto que “si bien no considero que reinventé mi arte si simplemente creo que la pandemia en mi caso, incidió para bien ya que de alguna manera ese contexto de no salir y con tantas restricciones me permitió crear un ámbito más interior, de puertas para dentro, que ayudó a generar nuevas cosas con mayor conexión con sentimientos relacionados con la naturaleza”.
En esta misma línea también se encuentra Eleonora Guiñazú. “La verdad que la pandemia como artista me favoreció. Hace 15 años que me dedico exclusivamente a pintar, pero durante este tiempo sin duda me enfoqué mucho más. Al tener mi taller en mi propia casa, pasé horas pintando, y enfoqué toda mi creatividad y energía en eso: como no había mucho que hacer, esa fue la mejor opción”, comenta la artista.
Una nueva forma de exhibición del arte: las redes sociales
El empleo de las redes sociales por parte de los artistas consultados es algo recurrente como un canal muy utilizado para llegar a nuevas audiencias y generar ventas. Si bien la relación que se construye alrededor de las obras de arte tal vez requiera de una experiencia presencial, ahora asistimos a un rol preponderante de lo digital que lleva a una reconstrucción del paradigma anterior. En esta línea, Instagram es la red que lidera el podio al momento de elegir dar a conocer obras de arte y concretar ventas, seguido por Facebook, pero en menor medida. En este sentido, el estudio de Art Basel lo reafirmaba al mencionar que un tercio de los coleccionistas aseguraron haber comprado arte mediante Instagram durante 2020.
Entre los artistas locales, esta red es también la más elegida. Tras cerrar su negocio a mediados de marzo del año pasado, Natalia Camenforte también vio cómo debía adaptarse. ”Lo que vivimos en pandemia me dio el pie para salir de mi zona de confort en la cual me dedicaba a pintar de vez en cuando para reactivarme y las redes sociales e internet me ayudaron. Armé un perfil de IG, reactivé mi fanpage de arte en Facebook y comencé a emplear acciones como sorteos de obras para conseguir nuevos seguidores; realmente me ayudó para atraer clientes y generar ventas en todo el país luego de haber tenido que interiorizarme en redes más allá del uso personal que tenía con ellas”.
Por su parte, Carreras también enfatiza en el rol que adquirieron sus redes para promocionar sus obras. “Las redes me han facilitado mostrar mis obras y sobre todo Instagram es la que más resultado me dio porque iba compartiendo, generando feedback mediante mensajes privados, encargos de obras, lo que fue realmente muy bueno. Otro medio de comunicación al que acudí fue Whatsapp pero ya entre gente conocida, amigos y clientes habituales a los que mandaba mis obras por este canal y también Facebook, pero en menor medida”.
Al respecto Eleonora Guiñazú también da cuentas cómo fue su experiencia con redes sociales: “Si bien la verdad es que nunca reinventé mi arte, sí lo hice con los canales de venta, ya que a partir del 2019 comencé con mi actividad en redes sociales, de a poco y como todo, pero estaba muy convencida de que eso era lo que se venía en el 2020. El ‘boca en boca’ sigue estando como siempre, pero es increíble el poder que hoy tienen las redes, de ahí surgieron los Decotips y Decostyle, fue una forma de reinventarme y mostrar de una manera diferente mis obras”.
Publicidades pagas, empleo de hashtags, buena calidad de imágenes y hasta en algunos casos community managers que manejen sus perfiles, son parte de las herramientas que los artistas comenzaron a utilizar como nueva ‘forma de expresar’ su arte en tiempos de COVID-19.
“Al ir aprendiendo cómo usar mejor Instagram, me permitió dar a conocer más mis obras y llegar a nuevos clientes sobre todo a muchas parte de Argentina que tal vez de otra forma, no pudiese haber llegado”, aclara Camenforte.
Analizando este escenario, la curadora de arte mendocina Cecilia Romera dio su punto de vista: “Cómo curadora de algunos espacios y con uno mío muy personalizado y como alguien que llevaba a los extranjeros a visitar atelieres, veo con mucha preocupación que los espacios públicos no estén actuando como tales y no den más visibilidad a los artistas que tanto necesitan mostrar y vender su obra. Hay un gran vacío en esa área”, y agrega: “Por suerte hay artistas que tienen la posibilidad de usar sus redes sociales para compartir su obra y sus procesos creativos. Pero esa ventana, para muchos es de escasa visibilidad ya sea porque no tienen la suficiente cantidad de seguidores o porque no tienen la pasada del público que ve la obra en directo en alguna sala y después a través del marchand o por los datos de cada obra se acerca a comprarle y a conocerlo. Es un vacío que hay que atender. Hay muchos casos de artistas que ya tienen una trayectoria consolidada y están cerrando ventas a través de sus redes, pero no son la mayoría sino privilegiados”.
“Estar en casa”
Para muchos, los meses de encierro llevaron a un ‘reconectarse con el propio hogar’. Por algo fue evidente el alto grado de crecimiento de búsquedas en línea de actividades para realizar en casa como clases de cocina, gimnasia y hasta decoración ‘made in home’. En esta línea, el arte también pudo ver una posibilidad de reactivación mediante la consulta de consumidores por obras de arte que antes solo se veían en galerías exclusivas y a las que hoy podían acceder mediante redes sociales.
“Creo que la gente pasó mucho tiempo en su casa y el querer estar en un ambiente lindo que los hiciera sentir cómodos y agradables les llevó a interesarse por cosas que antes tal vez por tiempo o por cuestiones económicas no lo hacían, como fue el diseño y la decoración. Así, y al estar más tiempo conectados, usando redes sociales, muchos se dedicaron a buscar arte, a encontrar artistas nuevos y también redireccionar sus inversiones. Si antes gastaban dinero en viajes o salidas, ahora comenzaron a hacerlo en piezas de arte para sus espacios”, comenta Camenforte.
Así, estos nuevos formatos de comunicación sirvieron como un catálogo de ventas de arte. Ya sea alguna hecha o por pedido a lo que muchos ya llaman arte "on demand", los consumidores pueden acceder a obras que oscilan desde los $ 15.000 por m2 dependiendo -por supuesto- de la trayectoria del artista que firme el cuadro.
Poco a poco, la pandemia mundial ha ido llevando a una deconstrucción de antiguos paradigmas y a su resignificación. La transformación digital crece en todos los ámbitos, permitiendo generar nuevos tipos de consumidores más ávidos de vivir experiencias virtuales innovadoras y con ellas, también llevando a un alto crecimiento del uso redes sociales.
Frente a todo esto, hay un antes y un después del COVID-19 que no solo ha afectado el mercado del arte sino a la economía en general y en esta línea, este ha comenzado a reacomodarse y aprovechar positivamente estos cambios. Tal vez desde ahora, el desafío será el ver cómo puedan en un futuro ‘caminar codo a codo’ y potenciarse en este mundo cada vez más tecnológico de forma creativa y productiva.
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