Crece en Mendoza el uso de bioinsumos para la agricultura

(Por David Barroso) La creciente demanda de productos obtenidos de prácticas agrícolas ambientalmente sustentables, ha despertado el interés de productores y empresas. Por su parte, el Estado brinda investigación y asesoramiento.

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La búsqueda de alimentos más saludables y amigables con el medio ambiente es una tendencia que crece a nivel global. Cada vez más seguido la opinión pública se hace eco de situaciones dónde el  uso excesivo de los plaguicidas, ha dejado efectos negativos en el suelo, el agua y en el ambiente; ha provocado aumento de las plagas debido a la destrucción de los enemigos naturales; y en caso más extremos, el uso de estos productos ha causado serios problemas en la salud de las personas. 


En este contexto Mendoza no es una excepción, y la investigación y uso de estos insumos es una modalidad que se afianza. Eliana García, Licenciada en Biología y miembro del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) Rama Caída, define a los bioinsumos “como productos biológicos formulados a base de microorganismos, como bacterias, hongos y extractos vegetales o derivados de éstos, que se utilizan para promover el crecimiento y controlar distintos tipos de plagas”.

En Argentina, según datos de la Casafe (Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes) “la porción del mercado de productos fitosanitarios que tienen los biológicos es poco significativa, variando la participación entre cultivos y sistemas de producción. Sin embargo, la proyección de mercado para los próximos años es sumamente positiva, con tasas de crecimiento del 14% anual a nivel global”.


Es esta proyección la que impulsa en Mendoza, a una demanda de estudios y servicios. Eliana García comenta: “a nivel provincial hay una demanda grande y continua, desde el INTA trabajamos con productores y empresas de toda la provincia. Por ejemplo bodegas Trivento Zuccardi, o con Fénix, en General Alvear” (planta dedicada a la elaboración de purés de frutas y hortalizas).  

La investigadora del INTA agrega: “Trabajo con hongos que tienen un efecto antagonista y bioestimulante; como lo es la Trichoderma que inhibe el crecimiento de hongos patógenos (los que producen enfermedades). Lo hemos probado en casi todas las especias hortícolas, incluso en frutales como ciruelas y durazno, también en la vid. Además tiene un efecto que  favorece el crecimiento radicular, logrando  una asimilación mayor de nutrientes,  lo que le da a la planta un mayor crecimiento, producción y una defensa hacia plagas y enfermedades. También trabajo con hongos entomopatógenos,  son los que tienen el efecto de control de plagas sobre un insecto, es decir, colonizan el insecto provocando su muerte”.


En cuanto a las similitudes y diferencias con los agroquímicos, la especialista comenta: “En relación al precio no hay mucha diferencia; tampoco en aplicación, nosotros lo utilizamos por riego por goteo, por nebulización o por aspersión. La diferencia que hay con un químico de síntesis es la respuesta; los bioinsumos se aplican de forma preventiva y no curativa; y no es inmediato el efecto, como lo es un químico de síntesis. Hay que colocarlo unos 15 días antes de que se inicien las condiciones  que dan origen al patógeno, es necesario aplicarlo antes para que colonice ocupando superficie ganándole al patógeno”.

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