La búsqueda de respuestas sobre el futuro de la vid sigue impulsando proyectos que no dejan de sorprender, aún en estos tiempos.
Así, gracias a una alianza estratégica entre Grupo Mercier –líder mundial en la producción de plantas de vid– y Space Cargo Unlimited –una startup espacial que potencia las misiones de investigación y fabricación en la órbita terrestre baja de productos de alto impacto para la Tierra– se puso en marcha la Misión Wise (Vitis Vinum in Spatium Experimentia), que consistió en enviar al espacio 320 estacas de vid (de las variedades Merlot y Cabernet Sauvignon) y 12 botellas de vino de Burdeos, las cuales permanecieron durante 10 meses en la Estación Espacial Internacional.
“Los trozos de madera de vid están de vuelta desde mediados de enero y nuestros equipos se encuentran estimulando la brotación de los injertos en sala de cultivo para luego multiplicarlos rápidamente en nuestro invernadero”, explicó Guillaume Mercier, director ejecutivo de Mercier Group.
Se espera que para la campaña 2022 ya exista una buena cantidad plantas que podrán ser implantadas en el viñedo –junto a lotes testigos de plantas que permanecieron en Tierra–, para así observar el comportamiento de este material vegetal que ha orbitado en el espacio.
El Proyecto Wise tiene como principal objetivo saber si la estadía en ingravidez combinada con influencias externas como la radiación polar les confiere a las plantas una “resiliencia” que las volverá más fuertes frente al cambio climático. “Todos los organismos vivos expuestos a las condiciones del Espacio viven un estrés extremadamente elevado porque no hay gravedad. Y la gravedad constituye el único parámetro de la vida que no ha evolucionado en 4 mil millones de años. Sacarlo provoca un estrés inmenso que genera evoluciones naturales”, explica Nicolas Gaume, cofundador de Space Cargo Unlimited; quien añade que “las plantas que sobrevivan a este estrés serán más resilientes para enfrentar presiones menos importantes como los del cambio climático, la salinidad o la sequía”.
“El enfoque de Space Cargo Unlimited es verdaderamente único y nos sentimos honrados de tener esta oportunidad extraordinaria”, aseguró Guillaume Mercier.
La empresa viverista líder ha demostrado históricamente estar orientada hacia el futuro, “y durante las últimas décadas hemos dedicado importantes recursos para seguir aumentando la calidad sanitaria y la diversidad del material vegetal que ofrecemos”.
Esta colaboración entre las dos compañías maximiza los resultados exitosos del primer experimento extraterrestre de “evolución autoguiada”, una metodología desarrollada por el PD Dr. Michael Lebert, del departamento de biología celular de la Universidad Fraunhaufer Erlangen en Alemania y director científico de WISE. "Estamos encantados de asociarnos con un actor importante como Mercier. No solo su experiencia en genética y mejoramiento de plantas es incomparable, sino que Mercier y Space Cargo Unlimited comparten la misma visión de inventar el futuro de la agricultura y de los alimentos, para enfrentar el desafío del cambio climático”, menciona Gaume.
El don de la paciencia
La aventura de los injertos de Mercier empezó en marzo de 2020 cuando el Instituto de las Ciencias de la Vid y del Vino (ISVV) pidió material vegetal para enviar al Espacio.
Casi un año después ha comenzado la evaluación que permitirá saber si se produjeron cambios en las plantas de Merlot y Cabernet Sauvignon que estuvieron a bordo de la nave SpaceX Dragon. Lo interesante es que la vid tiene una particularidad: prepara en sus yemas una parte de las hojas del año siguiente. Por lo tanto, una vez que exista suficiente desarrollo foliar recién será posible estudiar los órganos potencialmente modificados. ¿Qué se espera? Modificaciones epigenéticas transmisibles a la descendencia.
El grupo Mercier, especializado en el desarrollo de plantas de vid, será encargado de “clonar” las plantas según la metodología “self guided evolution”, desarrollada por Michael Lebert.
Por su parte, Stéphanie Cluzet, investigadora docente en la Universidad de Bordeaux y miembro de la unidad Enología del Instituto de la Vid y del Vino, junto a un equipo de investigadores, dirigirán los análisis: observación al microscopio, búsqueda de polifenoles y terpenoides importantes para el gusto y la resistencia a las enfermedades, estudio del crecimiento de las plantas, identificación de los cambios en el ADN de las plantas, entre otros estudios. La científica reconoce que no hay que adelantarse a los hechos: “Vamos a mirar los esquejes foliares y luego llevarlos a campo. Dentro de 2 o 3 años, si todo sale bien, tendremos las primeras frutas. Es solo en ese momento que podremos empezar los análisis de la baya, del mosto y luego hacer las microvinificaciones para determinar si el vino es diferente”.
Para Nicolas Gaume de la start up espacial, las ambiciones son mayores: "La vid es una planta súper sensible, por lo que cuando está expuesta a factores ambientales estresantes, se afecta mucho más que otros productos agrícolas. Pensamos entonces que los resultados del programa WISE en este “material de estudio” podrán ser usados más adelante para otros tipos de cultivos agrícolas”. Según el experto, la respuesta al aumento de las temperaturas, la escasez de agua, o la salinidad de algunos suelos, se encontrará en la tecnología.
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