Vivir en fincas con las ventajas de la vida rural es una tendencia post pandemia

(Por Carla Luna) El home office, la vida en familia, la educación virtual y la aplicación de la tecnología son algunas de las herramientas utilizadas durante este año pandémico, lo cual replantea el lugar donde vivir. La cercanía o lejanía se tornan relativos y algunos que elegían vivir en grandes urbes comienzan a preferir sitios más amplios con más acceso a la naturaleza. 

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Mendoza, Córdoba y Rosario han recibido un interesante flujo de personas provenientes del Gran Buenos Aires que optan por dejar la vida de departamento para vivir en casas retiradas de la ciudad. Stella Dottavio, de Mass Wine agencia de publicidad mudó su oficina virtual de la Capital Federal a Drummont: “Estábamos viviendo en Palermo Soho y la casa nos quedó chica. Tenemos dos hijos y teníamos que cambiarlos de colegio.  Era todo cambio y aprovechamos.  Tanto mi marido como yo trabajamos vinculados al vino y vimos que quizás había más oportunidad de trabajo en Mendoza” y agregó: “me mudé con mi computadora, porque mi equipo aún está en Buenos Aires y hago trabajo remoto.  Estamos a 10 minutos de todo, pero en un lugar muy tranquilo. En estos momentos no ves a tanta gente, estamos resguardados, en conacto con la naturaleza y contamos con una casa con mejores comodidades".


“Una tendencia se comenzó a notar en el mercado inmobiliario es que la actividad al no ser tan rentable la productividad se comenzó a mezclar la producción con el turismo. La pandemia trajo aparejada que muchos de estos espacios ociosos que se usaban para el turismo se transformaron en espacio para habitar” comentó al respecto Eduardo Rosta, vicepresidente del Colegio de Corredores Inmobiliarios de Mendoza y agregó: “De esta manera mucha gente vio como posible vivir en fincas, mientras que la pandemia nos trajo mejoras en la conectividad y en la comunicación”. 

Esta tendencia se convierte en un potencial negocio. “Cada vez hay más consultas de propiedades rurales para vivienda a la venta. Algunas son pequeñas de 2 a 5 hectáreas que no son unidades interesantes para la producción vitivinícola pero que tienen valores similares a una casa en barrio privado y ofrecen otra calidad de vida” agregó el corredor inmobiliario. 


Por otro lado, se visibilizan nuevos proyectos en fincas con un doble propósito, donde se desarrollan unidades en campos productivos de 15 o 20 hectáreas aproximadamente que generan espacios para construir con un fin turístico o habitacional. De esta manera, se abre la posibilidad de vivir en una finca sin ser propietario de la finca completa sino adquiriendo solo una parcela dentro de la misma. En e l caso que se quiera participar de la producción se lleva a cabo un sistema de economía de escala y al final de cada ciclo productivo se lleva un diferencial.

Este tipo de inversiones demanda un costo similar a un departamento urbano entre US$ 70.000 a US$ 100.000. “Algunos bonaerenses ven como inversión la compra de estas parcelas las cuales las rentas durante el año y se reservan un tiempo para su uso. Descansan en sus propias casas rurales con los beneficios de la vida rural” agregó Rosta

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