Celia Tejerina ya navega rumbo a París 2024 

Un café con Celia Tejerina

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La windsurfista Celia Tejerina quiere convertirse en la primera deportista mendocina en participar de tres ediciones de los Juegos Olímpicos. Con más experiencia, la notable deportista dialogó con InfoMendoza sobre cómo afronta el nuevo desafío que implica el cambio de la clase olímpica.

¿Cuándo y cómo empezaste a navegar?

Empecé a los 13 años, como parte de un programa familiar. Mis papás son súper deportistas y les copó aprender a hacer windsurf. Por eso empezamos toda la familia. Mis viejos son más de la montaña, pero había cierta conexión porque aprendimos en Potrerillos.

¿Cuándo empezaste a competir?

Al año siguiente ya empezamos a comprar equipos y por mi edad entré en un programa de desarrollo a nivel nacional para entrenar en el que estaban Juampi Fajardo y Gilberto Guerci. Ahí me dieron la posibilidad de entrar en ese grupo y acceder a facilidades para comprar la tabla olímpica juvenil (Bic Techno 293). De a poco fui mejorando, clasifiqué al Mundial juvenil en el 2010, en Francia, y a otros torneos. Después de la etapa juvenil empecé la facultad y por un par de años lo dejé un poco de lado hasta que tuve que decidir que hacía porque para seguir tenía que renovar los equipos y eso era una inversión grande. Eso fue en 2014, estaban cerca los Panamericanos de Toronto 2015 y se empezaba a hablar de la posibilidad de llegar a Río 2016. Dejé todo, me fui a entrenar a Buenos Aires y empecé a dedicarme más profesionalmente.


¿En qué momento de tu carrera estás?

En un quiebre y no tanto por mi sino por el contexto. Yo estoy con muchísimas ganas, aunque también un poco cansada de renegar con todo lo que implica ser un deportista en Argentina. Me gustaría que las cosas sean un poquito más parecidas a lo que veo en otros países. De todos modos, tengo muchísimas ganas y el quiebre es el cambio de la categoría olímpica. Deja de ser la RSX, con la que competí en Río y en Tokio, y desde París la nueva clase es la iQFoil. Eso implica cambiar todo el material y empezar con algo nuevo.

¿Cuál es la diferencia?

La característica principal es que el viento hace que la tabla se eleve y vayas más volando que sobre el agua, como era la anterior.


¿Y cómo va ese proceso de cambio?

La tabla ya la compré, me llegó en estos días para estrenarla y empezar a desarrollar todo. Ganas me sobran porque también es un nuevo desafío y las clases nuevas atraen a más gente, sobre todo a los juveniles, porque es como que todos empiezan de cero. Todo eso hace que haya más competencia. Creo que ese contexto me beneficia y el dique está buenísimo para navegar, pero por el otro siempre se sufre la falta de apoyo y la situación económica no ayuda.


 

¿Qué objetivos te ponés?

Un tercer juego olímpico sería espectacular, pero soy consciente de la realidad y tengo que ir paso a pasoo. Además, la decisión de cambiar a Foil fue en 2020 y se venía hablando desde 2019. Por eso los que en 2020 no habían clasificado para ir a Tokio dejaron la RSX para dedicarse a la Foil y como los Juegos fueron en 2021 nos sacaron un año de ventaja. Cada uno tiene sus tiempos de adaptación y aprendizaje, pero algunos llevan un año y medio de desarrollo del equipo que es algo muy específico en lo que yo recién estoy empezando.

¿Acá en Mendoza se puede alcanzar un nivel alto o es necesario ir a Buenos Aires?

Hoy soy optimista y creo que acá se puede alcanzar un nivel más alto que con la RSX. Antes yo acá entrenaba muy poco porque navegaba sola y en agua plana cuando todos los torneos eran en el mar. Esta nueva clase tiene competencias en lagos y además hay mucha gente de acá navegando. 

¿Es muy distinto competir acá en Mendoza que hacerlo en otro lado?

Lo que más cambia son las condiciones entre un lago y el mar. La base es similar, pero a medida que sube el nivel te ponés más específico y hay detalles que cambian.

¿Te irías a vivir afuera para mejorar como deportista?

Si hay buenas condiciones lo pensaría.

Fuiste 20ma. en los Juegos Olímpicos. ¿Sos una de las 20 mejores windsurfistas del mundo?

El windsurf tiene muchas categorías y clases. Yo estoy en la clase olímpica, que era la RSX, y se puede decir que estoy entre las 20 mejores de esa clase. Somos un grupo que nos cruzamos en todos los torneos. Con algunas hay más afinidad y además con los años la relación es distinta.

¿Hay un Messi del windsurf?

Hay windsurfistas famosos como Antoine Albeau, que tiene el récord de velocidad hace muchísimo tiempo y es una eminencia, pero compite en slalom. Después está Dorian Van Rijsselberge que ganó dos medallas de oro seguidas en Londres y Río. Hay personalidades que se destacan, pero en distintas clases y competencias.

¿Cuál es el mejor lugar en el que te tocó navegar?

Es difícil porque nuestra oficina, afortunadamente, siempre es hermosa. Me gustaron mucho Lago di Garda, al Norte de Italia, y Palma de Mallorca, en España.


 

¿Cómo te manejás con las redes sociales?

Me gustan, pero no me identifico tanto. Soy consciente de que hoy es re importante y puede ser un medio para conseguir beneficios, pero no soy de subir cosas todo el tiempo, ni mostrando mi vida. Me da un poco de fiaca estar mucho con el teléfono y prefiero dedicar ese tiempo a otras cosas.


¿Hay otra competencia trascendente que te pongas como objetivo fuera de los Juegos Olímpicos?

No me lo he planteado. Puede ser los Juegos Panamericanos, que son un objetivo en sí mismo porque no son clasificatorios para los Juegos Olímpicos, como pasa en otros deportes.


 

¿Es muy distinta la competencia olímpica a la de otros torneos?

La principal diferencia es el entorno y para manejarlo es muy importante la experiencia. Hay mucha gente pendiente, te llegan mensajes y es muy lindo, pero sin darte cuenta te genera un montón de emociones. A nivel deportivo es que por ahí somos menos competidoras, pero todas del máximo nivel y hay muchas más presiones.

¿Cuál fue tu mejor y tu peor regata?

No fue la mejor, pero el día más emocionante fue cuando definí la medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Lima. Tuve errores, pero estaba peleando la medalla con la chica de Perú y poder ganar esa definición fue cumplir un objetivo. La más difícil creo que fue en los Panamericanos de Toronto cuando también peleaba la medalla, en este caso de bronce, y el resultado fue al revés. En la medal race iba ganando, cometí un error y me costó la regata.


 

¿Con quién consultás una decisión sobre tu carrera?

Hablo mucho con mi novio y mis padres que son como mis pilares. Soy bastante independiente y pienso bastante las cosas, pero ellos son las personas con las que hablo. También desde los Juegos de Lima 2019 trabajo con una psicóloga deportiva, Mercedes Appugliese, que me viene ayudando un montón.

¿A qué deportista admirás y por qué?

Paula Pareto. La conocí y aunque nunca hablé mucho con ella la admiro porque además de su súper carrera como deportista también pudo desarrollarse fuera de lo deportivo, es médica, y me encanta el trabajo social que hace.

¿Te gustaría hacer algo en ese aspecto?

Si, me gustaría mucho, como también ayudar a que los más chicos no tengan que renegar como nosotros con la falta de apoyo. Lo que más me gustaría es hacer algo más social para que chicos que no tengan tantas posibilidades puedan conocer el windsurf y tener acceso.

¿Cómo te entrenás?

El windsurf tiene un montón de aspectos para entrenar. En la parte física voy al gimnasio, con mi PF Ezequiel Aravena, también salgo mucho a andar en bicicleta y a correr, para la parte aeróbica, y siempre de acuerdo a cuánto estoy navegando que eso lo hago de acuerdo a lo que me indica mi entrenador, Raúl Saubidet, que está en Buenos Aires. A veces navego acá pero generalmente esa parte del entrenamiento la hago allá con Raúl y sus hijos (Francisco y Bautista) que también compiten. Hago tres turnos de entrenamiento: arranco en el gimnasio o salgo a correr, al mediodía navego porque casi siempre es la hora a la que competimos y hay mejor viento, y a la tarde corro o voy al gimnasio, según lo que no hice a la mañana.

¿Te cuidás mucho con las comidas?

No, pero con los años ya tengo incorporado el comer sano y he ido conociendo mejor mi cuerpo. No tengo una dieta, pero soy bastante metódica.

¿Quién es la persona que más te enseñó de windsurf?

Por suerte muchos. Los primeros, acá en Mendoza, fueron Juampi Fajardo y Gilberto Guerci. Con ellos también aprendí a entrenarme y después estuve con Hernán Vilá y Mariano Reutemann que fueron los que me agarraron de chica para competir con más dedicación. Y Raúl (Saubidet) me acompañó en los últimos años. La lista es larga porque siempre estoy aprendiendo, compartí viajes con muchas personas y siempre convivimos como una familia grande.

¿Para hacer un ciclo olímpico una deportista vos tiene que poner plata de su bolsillo?

Siempre hay que poner. Por suerte está el Enard, la Secretaría de Deportes de la Nación y la Subsecretaría de acá de Mendoza. Sin ese apoyo sería imposible, pero siempre algo falta para algo del equipo o sobre todo para los viajes. Lo que más cuesta es ir a entrenar a Buenos Aires y pagar pasajes y alojamiento.

¿Qué le dirías a un chico que quiere llegar a ser windsurfista olímpico?

Qué es posible. Es difícil y desde el Interior un poco más, pero se puede. Si uno quiere, es ordenado y tiene gente que lo apoye, no tiene que dejar de intentarlo.

¿Los Juegos Olímpicos eran lo que te imaginábas?

Es inimaginable. Son muchas sensaciones y muchas cosas que lo hacen difícil de explicar. Y por eso es distinto a lo que uno se imagina. Los dos juegos que me tocaron fueron especiales: Tokio por la pandemia, que se sintió, y Río fue el primero, era más chica y sentí más la presión y las emociones. Es como una fiesta, un show, pero como deportista no disfrutás tanto de eso porque estás metido en la competencia. Igual la sensación de armar la vela y ver la bandera argentina, mi nombre y los símbolos olímpicos es algo súper lindo.


¿Sos una referente para los más chicos?

Me cuesta verme así, pero me doy cuenta que los más chicos me escuchan o me tienen cierto respeto.

¿Cuál es tu mayor virtud y tu peor defecto como windsurfista?

La virtud es que soy bastante organizada y el defecto es que quiero hacer todo y por ahí me paso de rosca. No sé decir que no.

¿Qué Tokio se haya demorado un año y París 2024 esté más cerca es bueno o malo?

Me gustaría que no estuviera tan cerca. El tiempo de la pandemia fue bastante intenso y el 2021 con los Juegos también. Además, ahora nos toca cambiar de clase y tengo un año menos para la adaptación. Siempre sentís que te falta tiempo, pero un año menos se siente. Ahora hay que darle para adelante sin prisa, pero sin pausa.

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