Hoy nos encontramos ante una encrucijada. ¿Podemos trazar un camino en el que la minería contribuya al desarrollo de Malargüe? La respuesta no es sencilla, pero se basa en un riguroso trabajo técnico. Se nos presenta una propuesta para un distrito minero delimitado. En este enfoque, se excluye la posibilidad de impactar negativamente a otros departamentos aguas abajo, protegiendo cuencas y ríos.
Los planes de manejo consideran cada dimensión donde podría generarse un impacto. Hablamos de prospección y exploración para identificar minerales y su viabilidad.
Malargüe: su identidad minera y petrolera:
Malargüe tiene una historia arraigada en la minería y el petróleo. Su geografía diversa no le permite las mismas actividades económicas que otras partes de la provincia, aunque su turismo es crucial.
Sin embargo, no es un turismo masivo, y debemos cuidar su ecosistema para no afectarlo negativamente.
La pregunta fundamental:
¿Por qué desde otros lugares de Mendoza, donde la vitivinicultura, el agro y la ganadería son viables, se le niega a Malargüe la posibilidad de aprovechar sus propios recursos naturales? ¿Quiénes tienen la autoridad para decidir a qué debe dedicarse Malargüe?
El cobre y las energías limpias:
Existe la presunción de que bajo el suelo malargüino yace el cobre, un mineral esencial para la transición hacia energías limpias. ¿Seguiremos ignorando esta demanda global? Permitir que Malargüe crezca de manera sustentable, basada en una industria minera responsable, podría ser la clave para su futuro y el de toda la provincia.
En resumen, la decisión sobre la minería en Malargüe no es simple. Requiere un equilibrio entre desarrollo, protección ambiental y el bienestar de la comunidad. ¿Qué camino elegiremos?