A 12 días del balotaje ¿Cómo se encuentra la economía Argentina?

(Por Martín Calveira) Las perspectivas para la economía argentina no son alentadoras, al menos en el corto plazo. Sin un programa, con una inflación en nivel alto y con expectativas que se ajustan a la gestión económica inadecuada del gobierno actual, todo parece indicar que el panorama se agrava.

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Los plazos de la economía para evitar mayores disrupciones se aceleran ante la política económica del gobierno marcada por el intento de ganar las elecciones del candidato oficialista. La discrecionalidad del uso de los fondos públicos es contraria a la necesidad de estabilización.


De continuar con esta dinámica viciosa de gasto-emisión-inflación, el régimen inflacionario en torno a los dos dígitos mensuales persistirá y haría aún más dificultosos los desafíos de la próxima gestión.     

No solo habrá que ajustar el acuerdo con el FMI, sino que la magnitud de los desequilibrios posiblemente aceleren los tiempos de un programa de ajuste, cualquiera que sea el gobierno. Por esto es difícil hacer pronósticos sobre inflación, déficit y tiempo en los que se desactiven las restricciones cambiarias.

Se plantean dos panoramas de acuerdo a cuál de los candidatos se convierta en el próximo Presidente. El desafío central tiene una premisa común: desactivar el populismo económico. Efectivamente el causante central de los desequilibrios y su síntoma principal: la inflación.  

El déficit fiscal primario se posiciona en 2% del PIB en los primeros nueve meses del año, la inflación se proyecta en un mínimo de 10% mensual hasta al menos el primer cuatrimestre del año próximo y la anual para este año rondaría el 200%. En este contexto, la estrategia de aumento de los ingresos nominales que luego se ajustarán completamente por inflación futura, parece un mecanismo de ilusión monetaria que ha tenido resultados favorables para el oficialismo.

La aceptación a la ilusión monetaria es un hecho con bastante frecuencia en economía de inflación crónica y se asocia directamente a la pérdida de funcionalidad del dinero, no debe pensarse como aumento de precios sino pérdida de valor de la moneda. En el extremo, es una dinámica subyacente al peligro inminente de episodios más dramáticos, pues los acontecimientos pueden acelerarse más de lo proyectado y afectar abruptamente toda la estructura de ingresos de la economía.

La alternativa oficialista probablemente establezca un panorama de menor incertidumbre ya que el sesgo populista de la gestión seguramente persista y convalide un sendero inflación mayor al actual. Tendrá que administrar el poder político del espacio que lo impulsa. Contrariamente, el candidato opositor deberá enfrentarse en el corto plazo a mayor volatilidad y dificultades generadas en un abrupto aumento de demandas sociales. Si logra éxitos de corto plazo, posiblemente el segundo semestre la emergencia vaya desacelerando, dependiendo del tipo de medidas y respuestas de mercado, esto se matiza al recordar las respuestas magras de los inversores a la gestión de Macri.

La centralidad en el cambio de régimen económico debe observarse en la necesidad de soltar amarras del populismo. El populismo económico en el intento de redistribución del ingreso parece funcionar excepcionalmente si la economía está expuesta a condiciones favorables como un aumento del excedente comercial que financie una mejor posición fiscal. Contrariamente, en condiciones normales las necesidades financieras de aumentar los ingresos aún sin una economía en crecimiento, redundó en mayor inflación y déficits fiscales persistentes.

El núcleo de una gestión antipopulista deberá contener el sinceramiento y diagnóstico del estado actual de la economía del sector público, no ya pensando en la mera gestión sino como un mensaje persuasivo al público. Esto no es marginal al recordar los reclamos post gestión gobierno anterior. El segundo paso, igual de prioritario que el primero, deberá ser un programa correctamente anunciado donde se indiquen los factores centrales y las argumentaciones del caso. En este punto, medidas ortodoxas de ajuste fiscal y monetario, en simultáneo, medidas heterodoxas de ingresos de emergencia para la población más afectada. Estos dos aspectos deberán generar consensos y cohesión social.

*Economista investigador del IAE. 

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