Riego: la herramienta más eficaz en protección antiheladas

Para la producción primaria de Mendoza, que incluye alrededor de 250.000 hectáreas entre vides, frutales y hortalizas, 2022 fue un año difícil. Según las estadísticas oficiales provistas por el Ministerio de Economía de la provincia, hubo 53.000 hectáreas afectadas por las heladas, muchas con pérdidas de hasta el 100%. Por eso, para este 2023 es importante tener en cuenta distintas técnicas que se pueden utilizar para prevenirlas. 

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“Cada año una de las mayores preocupaciones que afectan a miles de agricultores es la aparición de heladas que puedan dañar los cultivos. Según la fase fenológica en la que se encuentre el cultivo cuando llega el momento de máximo frío, los daños pueden ser fatales para la cosecha”, asegura Martin Winterstetter, de Masteragua, empresa líder en servicios vinculados a los sistemas de riego.


Las heladas, cabe recordar, pueden producirse en otoño y/o primavera. Los árboles de hoja caduca y los viñedos son naturalmente resistentes a las heladas invernales. Sin embargo, en primavera, cuando comienza la brotación y la floración, se vuelven vulnerables a las heladas cuando las temperaturas descienden por debajo de cero.

Asimismo, esto provoca a corto plazo una mala calidad y retrasos tanto en las hojas como en los frutos de los árboles y los viñedos. Las heladas de primavera son uno de los fenómenos meteorológicos que más daño causan en los frutales mendocinos, ya que los productores de la provincia tienen amargas experiencias al respecto. 

“Claramente, la protección antiheladas es indispensable en la geografía cuyana para poder asegurar una cosecha en términos de tiempo, cantidad y calidad y nuestra prioridad siempre ha sido cuidar el recurso hídrico y que los productores agrarios aumenten la productividad de sus cosechas”, agregó Winterstetter.

El agua es una gran protectora de los cultivos, ya que al aplicarla con temperatura ambiente por debajo de 0º C se congela y cada gramo de este recurso vital libera 80 calorías. Con lo cual, mientras se riega la planta y se vaya congelando, estas calorías liberadas van manteniendo al cultivo en una temperatura cercana a 0º C. Esto, finalmente, impide que la temperatura descienda más y alcance grados críticos –bajo 0- que pueden dañar los tejidos. Por tanto, la aplicación de agua debe ser constante mientras dure la helada.

Así es que la elección precisa de un sistema de mitigación de heladas es fundamental para proteger los cultivos y garantizar la cosecha. En este sentido, es crucial tener en cuenta: la disponibilidad de agua y energía, el tamaño de la zona protegida, las propiedades meteorológicas del lugar, la topografía y sus puntos particulares de microclima, la frecuencia prevista de las heladas, la duración prevista de una helada atípica, la distancia entre árboles/hileras y su diámetro, la temperatura crítica de la planta en cada una de sus fases de crecimiento.

Este riego antiheladas puede llevarse a cabo sobre los árboles o bajo los mismos. En el caso del riego sobre los árboles, el hielo que recubre las plantas las mantiene a 0 °C, pero el cultivo debe soportar las cargas del hielo y necesita de un suministro elevado de agua a presión complementario.

En cuanto al riego sub arbóreo (bajo los árboles), que es mucho más sustentable debido a que utiliza menos agua, se usa para ayudar a liberar calor desde el suelo al congelarse el agua.  Con este sistema se suelen utilizar microaspersores o aspersores de ángulo bajo. Este sistema de protección puede ser adecuado si el cultivo sólo necesita un incremento de temperatura de algunos grados procedentes del sistema y éste se utiliza normalmente como sistema de riego.

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