En un contexto donde la digitalización se acelera y los procesos legales aún conservan una fuerte dependencia del papel, la innovación tecnológica encuentra espacios fértiles. Desde Mendoza, surge Karmaa, una aplicación móvil que permite crear, firmar y almacenar contratos digitales de manera segura, gracias a la integración de firmas digitales con validación biométrica y geolocalización, lo que garantiza trazabilidad y respaldo legal.
La startup fue fundada por Daniel Guerrero y Matías Valdivieso, quienes identificaron una problemática común: la dificultad y lentitud en la formalización de acuerdos cotidianos. “Con tanta tecnología disponible, no tiene sentido seguir dependiendo del papel y de procesos presenciales para validar acuerdos simples”, explica Valdivieso. La idea nació de una conversación entre ambos y evolucionó hacia una plataforma que combina usabilidad, seguridad y respaldo legal.
Karmaa está diseñada para usuarios sin conocimientos técnicos, como emprendedores, freelancers, pequeños negocios o cualquier persona que necesite formalizar acuerdos. La app permite elegir entre plantillas prediseñadas o crear contratos personalizados. Luego, el usuario verifica la identidad mediante biometría (reconocimiento facial o dactilar), firma digital y ubicación geográfica, y el sistema guarda el documento en la nube, protegido y accesible.
Este conjunto de tecnologías, según sus creadores, es lo que diferencia a Karmaa de otras soluciones del mercado. “Hay plataformas que ofrecen firmas digitales, pero pocas –o ninguna en este segmento– integran validación biométrica de manera sencilla. Esta capa adicional garantiza que quien firma es efectivamente quien dice ser”, destaca Valdivieso. Esto reduce los riesgos de fraude, conflictos o malentendidos, y eleva la seguridad jurídica de los contratos.
La propuesta de Karmaa comenzó orientada a acuerdos simples: alquileres, trabajos freelance, préstamos informales, encargos de servicios. Sin embargo, el objetivo es escalar. En el corto plazo, los fundadores planean incorporar inteligencia artificial para la generación automática de contratos personalizados y expandirse hacia servicios a medida para empresas, incluyendo funcionalidades avanzadas para entornos corporativos.
“El futuro de Karmaa está en consolidarse como una plataforma integral de gestión contractual, accesible para cualquier tipo de usuario, pero lo suficientemente robusta para responder a las demandas del mercado empresarial”, explican.
Más allá de la tecnología, los creadores de Karmaa destacan un propósito humano: facilitar el entendimiento y la confianza entre partes. “La claridad también es una forma de cuidado. Karmaa permite que cualquier persona diga: ‘esto lo firmamos, esto lo acordamos’, y lo tenga respaldado”, concluye Valdivieso.
Con un modelo escalable, foco en la experiencia del usuario y una solución concreta a una necesidad persistente, Karmaa representa una apuesta sólida dentro del ecosistema emprendedor mendocino. Y una muestra más de cómo la innovación local puede ofrecer respuestas globales.
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