Según datos oficiales, el Ministerio de Economía recibió ofertas por US$ 1.420 millones, lo que implica una sobresuscripción del instrumento. Sin embargo, adjudicó solo US$ 1.000 millones (VNO), el tope previsto para la jornada.
El valor efectivo finalmente captado por el Tesoro fue de US$ 910 millones, producto del precio de corte fijado en US$ 910 por cada US$ 1.000 nominales, lo que equivale a aceptar cierta compresión en paridades para garantizar la demanda. El rendimiento asociado a ese precio ascendió a una Tasa Nominal Anual (TNA) del 9,26%, un nivel que se ubicó en línea con lo que esperaba el mercado para un bono de duración media en un contexto financiero todavía volátil.
Para administrar la elevada demanda, Economía aplicó un prorrateo del 40,95%, lo que implica que los inversores recibieron menos de la mitad de lo solicitado. Con esta colocación, el bono alcanza un nuevo stock en circulación de US$ 1.000 millones, fortaleciendo la curva en dólares de mediano plazo.
La operación marca un cierre de año donde el Gobierno buscó reconstruir gradualmente el mercado de deuda en moneda extranjera bajo legislación local, combinando señales de moderación fiscal con una estrategia de financiamiento más previsible. La respuesta de los inversores —con demanda que superó en más del 40% el monto ofrecido— sugiere que continúa el interés por instrumentos soberanos con cupones moderados y plazos razonables, siempre y cuando el precio valide el nivel de riesgo percibido.
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