Un freno... y una puerta entreabierta
Aunque los aranceles podrían frenar el flujo comercial con EE.UU., también abren una ventana de oportunidad para la renegociación. Sectores como el agroindustrial argentino —históricamente castigado por barreras al biodiésel— podrían beneficiarse si se logran excepciones o tratados puntuales. La buena sintonía entre Javier Milei y Donald Trump, marcada por gestos públicos y afinidades ideológicas, deja margen para acuerdos bilaterales que amortigüen el impacto sobre productos estratégicos.
Exportaciones bajo presión
El golpe, sin embargo, es inmediato: los aranceles del 10% encarecen productos argentinos en el mercado estadounidense, restando competitividad a alimentos, químicos, energía, acero y aluminio. Para los exportadores locales, esto significa más que una caída en las ventas: implica una mayor incertidumbre a la hora de planificar, redoblando los ya elevados costos logísticos y administrativos que enfrentan al operar con el exterior.
Wall Street reacciona: caen los ADRs argentinos
La tensión también se trasladó al parqué neoyorquino. Las acciones de empresas argentinas que cotizan en Wall Street —los conocidos ADRs— cayeron hasta un 4,1% tras el anuncio, reflejando el nerviosismo de los inversores internacionales. La señal es clara: cualquier cambio en el clima comercial entre ambos países impacta de forma directa en las expectativas sobre la economía argentina.
¿Hacia un tratado bilateral?
En respuesta, el gobierno argentino ya explora caminos para mitigar el daño. Entre ellos, se analiza la posibilidad de un acuerdo de libre comercio con EE.UU., algo complejo por las reglas del Mercosur, pero no imposible. Vinos, carne bovina, miel y otros productos con fuerte demanda en el mercado estadounidense podrían entrar en negociaciones específicas para obtener ventajas arancelarias.
Energía y minería, los comodines a largo plazo
En el horizonte, el desarrollo de Vaca Muerta y el auge de la minería del litio ofrecen una carta fuerte. Con estos sectores en expansión, las exportaciones energéticas y mineras argentinas podrían experimentar un salto cuantitativo antes de 2030, ayudando a equilibrar la balanza comercial bilateral.
En definitiva, el nuevo arancel de Trump impone desafíos inmediatos y reconfigura el tablero comercial. Pero en esa misma reconfiguración podría estar la clave para que Argentina consiga redefinir su relación con el gigante del norte —esta vez, desde una posición más estratégica.
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