Floricultura: una producción que se mantiene y proyecta en Mendoza

(Por David Barroso) Según el último censo florícola nacional, la provincia es la segunda por cantidad de productores y la tercera por superficie cultivada. Los desafíos son continuar creciendo y adaptarse a las nuevas formas de comercialización y consumo.

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El principal productor de flores de Argentina es Buenos Aires, Mendoza se posiciona segunda en el podio siguiendo una tradición que comenzó en la década de 1930 y aún hoy se mantiene. En la actualidad, existen unos 100 productores con un promedio de 1.2 has. 


Gabriel Pisi, ingeniero agrónomo, con una maestría en floricultura y representante del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) en la Mesa de Floricultura de Mendoza, cuenta en referencia a los inicios de la actividad, que “a principios de 1930 se realizaba en Mendoza un importante concurso de flores y jardines, a los cuales, incluso, iba el Gobernador, eso tuvo un impacto en la sociedad, además, las autoridades provinciales lo fomentaban. Por otro lado somos la urbe más importante del Oeste argentino, lo que ofrece un mercado interno relativamente importante. Hoy, también, la logística mejoró las posibilidades de venta, lo que antes se hacía en días, hoy se hace en horas”.

La producción de Mendoza está compuesta por productores de flores de corte y viveristas. Están ubicados principalmente en el Cinturón Verde del Gran Mendoza, integrado por una parte del departamento de Las Heras, Guaymallén y Maipú, siendo este último el municipio que más productores alberga. A lo que se suma un grupo pequeños de productores en San Rafael.


“Además de proveer al mercado interno provincial, el sector vende a Neuquén, San Luis, Tucumán, Córdoba, Jujuy y en menor medida a Buenos Aires”, informa Pisi.

La pandemia que aún castiga a gran parte del planeta, también se hizo sentir en el sector. Durante los cierres más drásticos ocurridos durante el 2020, muchos productores cambiaron momentáneamente su producción al no poder comercializar. Pisi explica que “los periodos de cultivos son cortos, inclusive más cortos que la mayoría de las plantas hortícolas. Esto les permite ser más flexibles, por lo tanto, pueden no plantar flores si el panorama se presenta complicado. Obviamente que la rentabilidad es distinta, cuando la situación económica mejora vuelven a la floricultura”.


Desafíos

Los nuevos consumos culturales están impulsando cambios en todos los ámbitos. Suele asociarse las flores con los rituales mortuorios, pero este tipo de consumo va perdiendo fuerza debido a un cambio generacional propio del paso del tiempo.

Hoy el consumo se orienta a ornamentación para los hogares y ciertos espacios como salones de fiestas, hoteles, restaurantes, etc.

Además, las nuevas tecnologías aportan nuevos canales de comercialización. Por lo tanto, una buena presencia en redes sociales, y la complementación de la comercialización tradicional con estrategias propias del comercio electrónico, parece ser uno de los caminos a seguir por los productores para el crecimiento del negocio.

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