La verdad: cómo llegó el pingüino al mundo del vino

Los murciélagos vienen de capa caída, y no solo por Wuhan. Descubrimos por qué el animal elegido para servir vino triunfó sin ayuda de Robin ni Alfred. ¡Pow! ¡Bam! ¡Boom! 

En un asado reciente un amigo formuló una pregunta interesante. Mientras servía de la batallada jarra pingüino un vaso de tinto fragante, filosofó: ¿Y si fuese un cisne? ¿Por qué no es otro animal?”.

Está claro que no se trataba ni del primer vaso, ni de la primera pavada que nos encendía el brillo de la curiosidad en esa cena. Pero a diferencia de otras preguntas que pasan como el agua, esta que era de vino se planteó con seriedad. Tanto, que nos pusimos a googlear.

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